28.4.06 

miguel y norma
a miguel y norma los veo todos los días. salgo a la tarde del trabajo y ahí están los dos: miguel, tirado en la vereda como un muñeco de trapo arrojado a un costado, mendiga monedas, de vago nomás. no tengo trabajo, dice, y después el ley motiv de su trabajo: ¿no me das una mano, loco?, pregunta miguel a los caminantes apresurados. tiene un olor decente para su condición pero lo que mendiga apenas le alcanza para comer y no llega al laverrap, entonces, los trapos que lo abrigan por estos días están roñosos, pero a él no le importa porque hace frío: un día llegué a dormir abrazado a dos perros de la calle para tener menos frío, me contó una vez que caminábamos los dos para la misma esquina de siempre. voy a esa esquina porque cruzo la calle y ahí tomo el 105, pero eso no es lo relevante. lo importante es que en esa esquina está norma. normita, le dice miguel. norma es prostituta. tiene sesenta y dos, usa lentes de sol hasta en invierno, se pinta como una puerta y no usa minifaldas ni ropa de vieja que quiere trompearse con el tiempo. no. norma usa ropa coqueta, lentes oscuros, cartera con detalles en dorado, le gusta el dorado. además, brilla con el sol.
cada vez que pasamos, yo le veo la cara a miguel y le dice un hola normita generoso, caballeresco. con normita no jode. a mí me jode con huracán, de vez en cuando me comenta algo de alguna de las mujeres de la oficina, pero con normita no. él la saluda y ella le levanta su mano arrugada y experimentada apenitas, como con disimulo, como no si no quisiera que nosotros formáramos parte de eso que hace ella en la esquina de la oficina.
antes de ayer, cuando tomé el 105, la vi a normita conversar con unos tipos que pasaron en un auto verde. se asomó por la ventanilla y algo se habrán dicho, pero no llegué a leer labios ni nada. y a unos metros de la esquina miguel miraba la escena como con la ñata contra el vidrio.
ayer le quise hacer una broma a miguel con lo que había pasado y él me respondió muy serio: no, yo miro porque no me gusta que se burlen de normita. ella está trabajando, viste. una vez, yo estaba medio en pedo, y vi como se le reían en la cara acá en la esquina. salté, les dije que eran unos hijos de puta, que ella era una mujer trabajadora, y me terminaron cagando a trompadas.
anoche soñé que se casaban, que había putas, travestis de un lado y linyeras del otro, y el cura los casaba lo más tranquilo y mi mamá le daba los anillos de casamiento seria, con gesto grave y vestida de negro.
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mañana, martes, sorteo un libro en voyeur. yo les digo el título y ustedes participan según las bases que mañana pegue en mi post. suerte para todos.
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27.4.06 

anécdota de perón
josé maría gatica, el mono, luego de ser derrotado al pelear por el título del mundo en el madison square garden frente a ike williams (el argentino se burló poniéndole la cara al rival y fue noqueado de inmediato: un papelón), regresó al país y visitó a perón, confeso fanático del box y en algún tiempo pugilista.
así relató gatica aquel encuentro:
-Perón apareció en mangas de camisa. Estábamos Juancito (Juan Duarte) y yo, y dos milicos más. Esperamos como una hora. Vino Perón solo. Con una cara de hijo de puta madre que ni te cuento, la de todo milico. Decían que Evita estaba con mucho trabajo. En realidad se rumoreaba que estaba muy enferma. Nos pusimos de pie y se me vino al humo. Juancito me había prevenido: no te hagas el piola, poné cara de arrepentido. El está convencido de que vos pusiste la cara... Me le adelanté con la mano en alto para estrechar la de él, le sonreí: hola General. Me dejó con la mano en el aire. Es mentira como lo dijo la gente que me haya dicho: Gatica, usted ya me tiene podrido. La verdad fue: guardate la mano ¿hiciste lo mismo con el negro? ¿A él también fuiste a saludarlo? ¿Fuiste a hacerle monerías?... Y cuando dijo eso me puse mal. Me olvidé de que era el presidente y lo interrumpí porque no me habí agustado nada eso de monerías y menos delante de los demás, y le dije: bueno, cualquiera puede perder... El estaba diciendo algo, creo que era sobre el país, algo así. Se molestó. Estaba de espaldas, medio de espaldas, se volvió y me dio un cachetazo. Creo que si me hubiera quedado sentado no me lo habría dado. Fue porque me tuvo a mano y ya venía con bronca de otra cosa. Se volteó y me dijo: no me interrumpas cuando yo hablo pedazo de pajuerano, y me dio el cachetazo... Me lo dio justo cuando dijo pajuerano, no me lo olvido más.


*este texto tiene dos libros como fuentes: (1) Gatica, de Enrique Medina y (2) La patria deportista, de Ariel Scher. se me ocurrió escribirlo porque vi algunos posts que pintaban con anécdotas un perfil bonachón o simpático del general bastante ajeno a esta historia.
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hoy, capítulo treinta y ocho de chico de country.
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26.4.06 

¿qué escribir? (final)
cuando el guionista leyó el estatuto de leyes para la escritura le pareció que su vida estaba resuelta. lo primero que sintió fue que tenía la clave, las leyes para alcanzar la perfección escrita.
lo había encontrado en la plaza de los literatos. allí estaba el estatuto. imponente, en una placa dorada, y ninguna firma adjudicaba el estatuto a algún autor. a su lado, un adolescente también observaba la placa; el guionista lo había percibido vaya a saber por qué razón, pero ni precisó observarlo: llevaba una barba tres días, una vestimenta avejentada, el cabello sucio, una mochila de marca desconocida y para saber eso tampoco había precisado echarle un vistazo.
el guionista tomó nota en su ya clásico anotador anillado. escribió punto por punto, mientras el adolescente examinaba la placa: se acercó y la tocó con su mano derecha; recorría las letras imprenta minúscula una a una, parecía azorado.
cuando terminó de tomar nota, se quedó contemplando el brillo del sol en el mármol en que estaba la placa; un mármol italiano, brilloso, un lujo combinado con la bondad del sol de invierno. se alejó para observarlo mejor, pero delante suyo apareció el adolescente con un aerosol en su mano derecha. todavía hoy el guionista se pregunta por qué no lo detuvo, qué extraña sensación de quietud obligatoria o respeto inmediato por el joven lo invadió en ese instante.
el adolescente, sin disimular, se acercó a la placa y le escribió en rojo PUTOS con imprenta mayúscula. luego salió corriendo.
el guionista tomó nota otra vez y pensó en los hombres del cine. conjeturó convencido que ambas cosas estaban relacionadas, que eran una secta o algún grupo organizado, que no temían a la extravagancia y que eran gente valiente. también pensó que todo aquello también podría ser una forma de nueva literatura o revolución.
ya sabía qué escribir. ahora le faltaba saber cómo hacerlo.

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25.4.06 

¿qué escribir? (II)
el guionista vio películas que no le correspondían. así se lo había dicho su padre hacía años: no hagas cosas de puto, che. entró al cine y no tuvo culpa. su padre ya había muerto hacía tiempo y el duelo ya estaba superado.
no era una sala normal. era un cine bastante escondido. de hecho, no era una sala como las que conocía. había una pantalla gigante, pero más chica que la de los cines normales y los asientos eran mucho menos cómodos.
se sentó, lamentó no haber comprado un chocolate shot en la puerta del cine y esperó el comienzo de la película sin quitar la vista de la pantalla. allí su vista estaba segura, pero sabía que no podría soportarlo, que durante la película debería observarlo todo como siempre.
las luces se apagaron, los títulos anunciaron a luc magrev as luc, marcelous wallace as marcelous y las escenas de fondo captaron la atención del guionista. no era para menos. era la primera vez que iba a un cine en que proyectaran películas de sexo entre hombres.
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24.4.06 

¿qué escribir?
el guionista estaba encerrado en sí mismo. mucha exigencia laboral. no todos los días se le ocurren cosas interesantes que contar. entonces, utilizó su método: no buscó concentración en la lectura, en la música clásica, hendrix o zappa. lo que hizo el guionista fue pensar en la homosexualidad; en qué haría un homosexual un día cualquiera de su vida. y no porque quisiera volverse gay así como así, sino para impostar una posición, para crear un personaje dentro de sí mismo.
con ese trabajo interior, salió a la calle y comenzó a dedicarse a vivir un poco, a salir del ostracismo galopante en que se había depositado involuntariamente, como quien va caminando y cae en un pozo ciego sin taparse la nariz.

mientras tanto, en su escritorio: el blanco inmaculado del papel era abominable, crecía y crecía como una sábana fantasmal arrojada sobre la habitación y la punta de su portaminas era un puñal en la búsqueda de un destino final. ambos, en dueto, se frotaban las manos. esperaban el regreso del guionista que, en su caminata incierta hacia un destino gay en la ciudad, recién se daba cuenta que sus pretensiones le eran totalmente ajenas, dignas de un escritor.

*en la foto, julio cortázar.

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hoy, capítulo treinta y siete de chico de country.
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21.4.06 

drogas
los fines de semana mario terminaba desconado. después del recital, llegaba a la casa con la mueca rota de vino tinto, faso y cualquier otra cosa que modificara su modo de ser. recién comienza con su banda, algo tarde, pero él tiene respuesta: tengo 25 y no me interesa llegar a la fama. mentira piadosa, claro.
cuando el suicidio se ponga de moda, vamos a librarnos de toda esta manga de idiotas, citaba en los pubs a sid vicious, pero hace un año tuvo una noche... ni siquiera pudo citar a su ídolo. no podía ni hablar. en la plaza se había bajado medio kilo de helado de limón con vodka y había quedado de cama. desconado, como dice él. igual, el recital fue lo de menos. terminó de cantar y tuvo su recompensa en auto prestado: morocha, flequillo estricto, aliento a cerveza, pollera corta, bombacha de elástico estirado, dientes todos, bondad absoluta.
así era mario. y el verbo se conjuga en pasado desde cuatro meses. casi un año después, la morocha de aquella noche lo llamó teléfono y le dijo: tenés un hijo de un mes y medio. pum... ambiente pomposo, falta de entendimiento, correr a la plaza, primero marihuana, luego cocaína y el abrazo de los pibes. un polvo loco... un polvo... repetía mario.
el tiempo le deparó contar su historia en el trabajo. ¿en qué andás, marito?, le preguntaron. acá, teniendo hijos, respondió. lo veían distante, preguntaron, tenía ganas de contar, contó y nadie sabía bien qué aconsejarle. él dijo que, después del adn, lo iba a reconocer y: mañana llevo al guacho a casa, lo voy a ver por primera vez.
al otro día, todos se lo preguntaron y mario era diferente: andaba necesitando cierto freno, viste. prefiero reconocer al pibe ahora y no después, cuando es más grande, de arrepentido, le parto la cabeza si le hago eso. lo voy a reconocer ahora porque yo lo tomo como una señal, qué se yo, el destino lo puso en mi camino para que me calme. estaba muy loco. ¿y cómo es el nene, marito?, le preguntamos. el guacho es hermoso... un osito, loco... no sé... por momentos pienso cada barbaridad... pero después lo veo ahí y no me importa nada... ese pibe es la mejor droga.
ayer mario tuvo recital en floresta. fue la madre del nene, con el nene y también la actual novia de mario, que tiene dos hijos de otra pareja y no precisó prospectos para entenderlo todo. en el último tema, mario pidió al nene y le habló a sus cuarenta o cincuenta fans.
-ustedes se drogan ¿no? yo también, loco, lautaro es mi nueva droga, las demás las dejé.
jamás lo aplaudieron tanto.
cuatro meses después haberse enterado, los planes de adn todavía están en veremos.

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hoy, capítulo treinta y seis de chico de country.
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19.4.06 

lugares comunes
hace poco me preguntaron qué es lo que hay que hacer para escribir bien y además de desconcertarme con la pregunta, me quedé pensando. en el momento, como me sucede siempre, no supe bien qué responder e hice una enumeración algo estúpida de errores mínimos que se podrían corregir muy fácil. pero luego pensé en que los verdaderos errores de quien pretenda escribir y dedicarse a eso o a vivir de eso tienen que ver con la insistencia en los lugares comunes de la literatura.
hace poco leí un texto en el que sucedían una serie de cosas en un bar, no importa qué era lo que sucedía. recuerdo que pensé: ya han pasado demasiadas cosas en un bar. un cafecito de ocasión, vaya y pase, pero ¿hace falta solucionar el mundo en un bar? ¿hace falta la apología del bar de la esquina? creo que no. y algunos podrán decirme que no es apología, que es defensa de un espacio valioso. okey, marchen todos con pancartas detrás de sabina, dolina y fontanarrosa que sí han sabido defender los bares. pero, por favor, les pido que no escriban más sucesos sensacionales en los bares. ya se han escrito demasiados y muy buenos como para descubrir alguno nuevo que valga la pena.
de este ejemplo, puedo ramificar en la clonación, ya incansable, de los modos de rayuela. ya hubo tantas parejas parecidas a la de esta novela y tantos hombres interesados en el jazz y tantos cds dejados en el bidet, tanta bohemia estilista... ya basta, señores y señoras de la pluma. ya es suficiente. debería ser suficiente cuando en su adolescencia imitamos, como si aquel libro genial fuera la biblia real, las actitudes de los protagonistas. ya está. fue divertido. listo. ahora crecimos algo, nos dieron las llaves de casa y podemos volver tarde. podemos, eso sucede ahora: po-de-mos.
y como ahora podemos. incluyo en la bolsa de esta especie de reclamo infantiloide (porque yo también crecí) esa vieja usanza de víbora. esa tendencia hacia el enrosque de una frase que podría ser de otra forma mucho más simple. el fundamentalismo por la búsqueda de las palabras "justas" en el libro de sinónimos o, les creo, en su propio cerebro de eruditos. ¡no, señores! ¡de ninguna manera! les juro por los cronopios del gran cortázar, por el bastón del viejo borges, por el banco de polonia que albergó a gombrowicz, por los locos de arlt, por los pichis de fogwill y las conchas de lamborghini que no es necesario empecinarse en escribir adjetivos "nuevos".
¿a qué quiero llegar con esto? a que si a la gorda de la vuelta la atropelló el camión del frigorífico, lo mejor sería escribir que a la gorda de la vuelta la atropelló el camión del frigorífico.

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anuncio importante: desde el mes que viene, todos los primeros martes de cada mes voy a regalarles un libro. con el tiempo les voy a ir adelantando más, pero por ahora eso: voyeur, una vez al mes, regala un libro.
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18.4.06 

piropos
marcos no tuvo mejor idea que hacerlo. otra vez, y a pesar de ya haberse reclamado no volver a hacerlo, acababa de decir un piropo a alguien que conocía hace tiempo. desde hacía unos años que había concluido que el piropo es para las mujeres que uno acaba de conocer o las que desconoce completamente como esa hermosa damita que camina por la calle. el tiempo de la credulidad son los primeros minutos de la relación en que uno quiere elogiar a la señorita que tiene delante diciéndole que le gusta su piel, que nunca ha visto un cuello tan hermoso para irse a vivir o que en sus pechos hay una fiesta a la que le gustaría estar invitado, y ella echará una sonrisa en el mejor de los casos; y, si no es una simple transeunte que nos ha destapado esa bestia interior libidinosa, es decir, si es una dama que abordamos en un boliche o pub o simplemente con quien ya entablamos una conversación mayor a cien caracteres, hasta podría sentirse gustosa por recibir tal frase.
pero esa tarde se lo había dicho a romina. se lo había robado a liniers, su dibujante favorito, porque le pareció de los mejores piropos que había escuchado y porque seguro que ella no sabia que era de liniers. vos deberías ser un gusto de helado, le dijo. y ella se sonrió y le dijo impostando la voz: ay, pero qué salamero se ha vuelto, don. y no le quedó otra que devolver la sonrisa y quedarse con ese sentimiento agrio repetido. otra vez no lo tomaban en serio.

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17.4.06 

solo
cuando mónaco mastroeli era adolescente también pasó por la pregunta de su familia al parecer desesperado por irse a vivir solo. le preguntaban por qué, sobre todo su madre, que parecía apenada por no poder colmar las pretensiones de su hijo.
primero ensayó excusas pero aquella insistencia materna incrementó aun más la poca paciencia que él le tenía. entonces, tras días y días en que su familia intentaba retenerlo de maneras contraproducentes, aquel mónaco mastroeli que era apenas un pequeño génesis de este escritor reconocido de la actualidad, explotó:
-quiero irme a vivir solo para estar y no estar cuando yo quiera, para no ir a comprar cuando no tenga ganas, para comer una feta de jamón cuando no haya otra cosa, para pasar días despierto escribiendo sin que nadie me aconseje nada ni me diga que eso me puede hacer mal, para pagar mi propia cuenta telefónica sin que nadie me moleste cuando hablo por teléfono, para estar con mis amigos a los gritos hasta las seis de la mañana un día de semana, para hacer lo que quiera en cualquier lugar de la casa cuando se me de la gana, para armar mis cigarrillos en otro lado que no sea el baño, para estar solo. para vivir solo. para sentir necesidad de ustedes y no odiarlos como me sucede ahora.

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hoy, capítulo treinta y cinco de chico de country.
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12.4.06 

peregrinación
van todos. uno atrás de otro. un paso, otro, otro paso, mujeres, hombres, niños, adolescentes, ancianos, todos, algunos en sillas de ruedas, otros con muletas, algunos llegarán solos, otros con ayuda, otros no llegarán y derramarán lágrimas pensando en la esperanza del año que viene.
mirta camina por josé luis, su hijo de 15 al que le cuesta tanto estudiar y se llevó ocho materias; julio va porque el año que pasó le dieron los números en el frigorífico y había prometido volver; lucía va a pedir por su hermanito que nació con problemitas, como dice su mamá que todavía está internada pero en este caso con problemas mayores; jorge va a pedir para que huracán salga campeón, nada de salvarse del descenso, no, cam-pe-ón; lucas camina porque este año egresa del colegio secundario y quiere irse del país, quiere probar suerte afuera y eso es lo que lo impulsa en esta peregrinación. todos van impulsados por algo, familias enteras, grupos de amigos, grupos de gente, individuos, masa, mate, galletitas, caminata, mochila, transpiración, cansancio, lo que fuera.
caminan por el convencimiento, por la esperanza de que ese sacrificio físico y la visita a la iglesia en nombre de dios va a dar sus frutos, bañarlos en protección, prosperidad, va a curar aquello que los lastima, va a encarrilar su vida hacia un destino mejor, porque el milagro puede suceder, sí, están seguros y no hay nada contra la fe, nada de nada, la fe mueve montañas, dicen. así van, unos a lado de otros por una misma causa porque saben, están convencidos, de que dios, su dios, les va a estrechar una mano.
o no.
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hoy, jueves, que no actualizo voyeur, sí puse en la web el capítulo treinta y cuatro de chico de country.
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11.4.06 

palíndromos
juan filloy, que vivió hasta los 106 años, era el "campeón mundial de los palíndromos" y escribió éste para que nadie dudara de su título:


si peca hebe donde su sed no debe, hace pis.

y luego de leerlo a mi me pasó por la cabeza la idea fuerte, pero a la vez estúpida, de dejar de escribir.

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para los que estén interesados en saber cómo fue mi comienzo en la escritura, les recomiendo éste texto de biógrafo.
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10.4.06 

las manos
milton y mónica debían demostrarse que se gustaban. después no, ahora. por más que... por más que cualquier cosa. no. después no. ahora. sí, sí. como sea. por debajo de la mesa. uno al lado del otro no debe ser difícil. no importa el riesgo. las manos despiadadas, sigilosas disimulando en las rodillas. mejor dicho: importa el riesgo, el delicioso riesgo. las piernas son puentes, las manos tarántulas, sus cuerpos, sus sexos, las manos son sus sexos y el mantel su sábana prohibida.
el sexo callado, de mordazas invisibles invencibles, la conversación sobre la mesa, el vino tinto calienta el pico adrede, las carcajadas de los que no podían ni debían verlos, su novio, su novia, las carcajadas de los que se excitaban apenas tocándose las manos, ella sintiendo los vellos mínimos de sus dedos, él sintiendo la frialdad de sus nudillos, erección, tensión, humedad, cosquilleos... las manos gritan mudas.
nada los dentendría. ni aquella situación de riesgo delicioso, líbido y calentura los atemorizaría. nada podría con su despunte subterraneo en forma de adelanto carnal. ni siquiera esa mirada final, aquel beso en la mejilla y el saludo desde la vereda, sonrisa culposa y el agite de las manos sin pañuelos de despedida.

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hoy, capítulo treinta y tres de chico de country.
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7.4.06 

la que espera
yanina no es fanática pero está otra vez en este recital de rock. dice que le gustan algunos temas de aura y por eso va a los recitales, pero la realidad es que le gusta el bajista. él tiene novia.
con aquella desventaja evidente para su propósito, ella va. saca su entrada y va. no se hace amiga de nadie, no busca cercanías a la banda y mucho menos al bajista, no quiere el premio consuelo de la amistad. a lo sumo va con su grupo de amigas de la facu y se sienta en una mesa de bar ni muy cercana ni muy lejana o se para de la mitad para atrás para que no se la vea demasiado.
tampoco tiene aires de grupi elogiosa, ni de fan sexópata que busca aventuras transpiradas con los músicos. ella quiere al colorado que toca el bajo y que sea músico y que esté en esa banda es apenas una casualidad. él podría ser adiestrador de gatapeludas que a ella le gustaría igual e iría a verlo dominar las pequeñas fieras en vivo.
no utiliza armas sucias, no vale todo, ella sólo hace su presencia. intenta seducirlo con métodos antiguos, convencionales, tal vez no aptos para lugares vinculados al rock. ella lo mira, lo observa, se pinta los ojos con sutileza y hasta alguna vez le habrá robado una mirada. pero jamás de los jamases hará el intento de un escote o una minifalda.
simplemente no es su estilo. ella es de las que esperan que las casualidades le den una mano, que un día el bajista la choque al bajar del escenario o al subir y le pida disculpas para ahí sí, sin búsquedas mayores ni reparos éticos, clavarle esa mirada en la que ella parece confiar hasta el desamor.

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6.4.06 

viejo histérico
-¿otra vez papá? -le preguntó marcos a omar.
-y... es así -respondió el padre con una mediasonrisa entre pícara y resignada.
omar le iba a presentar otra novia. una nueva. flamante. la había conocido en el bingo porque ambos habían ido solos y terminaron la noche cenando juntos entre gritos de línea y bingo desaforados.
para su edad, ella tenía todo bien puesto y una amabilidad constante que llegaba a rozar lo insoportable. a él, que últimamente había frecuentado jovencitas en busca de experiencia, se lo notaba interesado.
con los relatos de fútbol de la tv de fondo, marcos lo observó con cierta piedad repetida y le dijo que esperaba que esta vez le durara más, que ya no estaba para andar haciéndose el picaflor, que los cuarenta y pico ya se acercaban demasiado al medio siglo. y omar le dijo que siempre esperaba que así fuera pero que después sus mañas le jugaban una mala pasada. veinte años viviendo solo no son en vano, chinito, se justificó.
acordaron ir a cenar los tres y omar lo corrigió: los cuatro, chino, los cuatro. al parecer, mirta tenía una hija de veintitantos a quien también iban a conocer esa noche. marcos se sintió un poco más aliviado y cuando la conversación parecía terminada porque omar abría la heladera para sacar el vermout de los domingos de fútbol por la tarde...
-chino... ¿sabés qué pasa...?
-... -dejó de lado la tv y lo obervó.
-yo todavía tengo la esperanza de encontrar la mujer justa para el viejo histérico que soy.
el martes pasado, marcos le encontró en el cajón de los impuestos un cuaderno anotador con algunos escritos imprudentes dedicados a su nueva novia y a las anteriores. qué grande el viejo, pensó marcos luego de haber leído unos versos y lo guardó respetuoso.

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hoy, capítulo treinta y dos de chico de country.
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5.4.06 

navidad
un tinto caro, un paquete de seis salchichas, una bolsa de papafritas, pan de pancho, hace la fila, llega a la caja, la cajera oriental, cuarenta y cinco con treinta, vuelve a casa, camina, un pibe pasa con una bolsa de cohetes, abre la puerta principal con la llave grande, ascensor, tercer piso, uno, dos, abre las tijeras del ascensor, la otra puerta, pasillo, departamento b, la gorda del f que seguro escucha detrás de la puerta, otra vez abrir y la tevé prendida por las dudas.
cena tarde, de frente a la tele, espera que la navidad se vaya celebrando en cada sitio del mundo y que el noticiero haga su trabajo. le da el primer mordisco al pancho, se sirve vino en la copa grande, lo hace girar en la copa, bebe, se limpia con la servilleta y piensa que dentro de poco serán las doce, que el noticiero va a informarlo, que habrá fuegos de artificio, que va a llamar marquitos, que va a decirle que lo quiere mucho hablándole desde el balcón, que le va a proponer verlo mañana, que luego va a cortar, a lavar los platos y a dormir. mañana será otro día.
así es navidad para omar. podría juntarse con amigos, visitar algún familiar o pasarla con marquitos, pero no. a marquitos le toca con la madre. total, él nunca fue nada religioso. a él le toca año nuevo con su hijo y en la navidad prefiere no tener plan b, pasarla en su tres ambientes pagando culpas del pasado.

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4.4.06 

pequeños placeres
mario rubio tiene pequeños placeres que no le confiesa a nadie; ni siquiera luisa lo sabe.
le parece buenísimo estornudar sin cubrirse la nariz, le gusta sorprenderse al encontrar dinero en el bolsillo de un pantalón que no usa hace tiempo, no puede evitar sacarse con la mano los quesitos de entre los dedos de los pies y mucho menos le resulta controlable su manía de sacarse los mocos con el dedo meñique, en el auto, frente al semáforo, como si nadie pudiera verlo. y, como si eso fuera poco, también es el único campeón del universo encerrando con sus bocanadas circulares de humo de cigarrillo las cucharitas que descansan en las tazas cuando el café se ha terminado.
no quiere contarlo porque sabe no van a entenderlo. sabe que un cualquiera entre los cualquiera, cualquier cualquiera, le diría casi de un resoplido de hartazgo: ya estás grande, marito, dejate de joder.

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hoy, como no hay chico de country, recomiendo un texto de otros de biógrafo, que es otro de mis blogs, aunque dejé de actualizarlo.
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3.4.06 

olvidos
-hola.
-hola ¿qué hacés?
-nada, te llamo.
-sí, marcos, pero recién te fuiste de acá ¿estás en tu casa?
-sí, recién llego.
-ah ¿qué pasó?
-nada.
-¿entonces?
-es que hoy que fui a tu casa, y nos pasamos toda la noche conversando, me olvidé de preguntarte cómo estás.
-...
-en serio ¿cómo estás?
-bien, supongo, qué se yo ¿te pasa algo?
-no, nada. pero a veces me molesta olvidarme de preguntarte eso. porque al final nos vemos después de un tiempito que nos extrañamos y todo eso y no nos preguntamos seriamente cómo es que estamos. como que preferimos actualizarnos en estupideces.

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hoy, capítulo treinta y uno de chico de country.
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¿quién soy?

  • un tipo que escribe lo que su miopí­a galopante le permite ver.
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