La Noche
Había pensado casi toda su vida este encuentro. Lo había imaginado y soñado miles de veces. Por fin, Marcos -veinteañero de poca pinta- iba a cenar con el amor de su vida. Se preparó como nunca para esa comida; hasta leyó de comida afrodisíaca, "para que todo salga diez puntos", explicaba.
La noche se plantó como casi siempre y ella tocó el timbre. El le abrió la puerta, le dijo "bienvenida" con rostro de quien ama y la invitó con la mirada, mientras le colgaba la campera en la silla.
En la mesa había todo tipo de comidas. Apio, nueces, roquefort... Todo era afrodisíaco. La miró fijo, con amor, mientras le servía las cosas en silencio. De fondo, Pink Floyd bajito, como quien no quiere la cosa. Sólo entonces, cuando la comida yacía en el plato y ella tomaba el tenedor para hincarle los labios, Marcos se levantó repentinamente, como si hubiera sonado el timbre.
-Bueno, te dejo tranquila. Terminá de comerte todo eso que yo te espero en la pieza, amorcito.
La noche se plantó como casi siempre y ella tocó el timbre. El le abrió la puerta, le dijo "bienvenida" con rostro de quien ama y la invitó con la mirada, mientras le colgaba la campera en la silla.
En la mesa había todo tipo de comidas. Apio, nueces, roquefort... Todo era afrodisíaco. La miró fijo, con amor, mientras le servía las cosas en silencio. De fondo, Pink Floyd bajito, como quien no quiere la cosa. Sólo entonces, cuando la comida yacía en el plato y ella tomaba el tenedor para hincarle los labios, Marcos se levantó repentinamente, como si hubiera sonado el timbre.
-Bueno, te dejo tranquila. Terminá de comerte todo eso que yo te espero en la pieza, amorcito.