19.11.07 

marcos-5/último día
después del portazo, llamó el ascensor tocando el botón compulsivamente. no quería que ana repitiera otro escándalo en el pasillo. debió mentir, no decir nada de la reunión. no aprendía más. debió irse y ya, como se iba en ese momento. irse rápido, sin darle posibilidad otra vez del: ¡casi te matan, enfermo!; y mucho menos volver a justificar la causa como la última vez en que ana le revoleó un portarretratos y lo cortó en el pómulo.
desde hacía siete meses, no había diálogo posible. ana quería que dejara todo. ¡para eso me embarazaste!, le reclamaba. basta de reuniones, padre y punto: un hombre que trabaja y gana plata para mantener a su familia, marcos, un padre que tiene miedo por su hijo, algo normal ¿entendés? ¡eso es lo único que quiero!.
volvió a tocar el botón pero el ascensor estaba estancado en el 5 y, antes de no poder controlar sus ganas de fumar -hacía tres semanas que era un no fumador de los débiles-, terminó bajando por las escaleras. escuchó un ruido de puerta, pensó que era ana y aceleró el descenso. escapó. al fin. sólo era cuestión de hacer unas horas de tiempo en la calle, reunirse, volver cuando el dardo del sueño hubiera calmado a la fiera concubina, entrar sigiloso, juntar los destrozos y a dormir en el sillón.
y si lo esperaba despierta, gárgola agazapada, monstruo ojeroso, camisón y zapatillas para no lastimarse los pies, tendría que soportarlo todo otra vez: los insultos a los gritos, los trozos en el piso de vidrio y cerámica, poner la televisión a todo volumen y encerrarse en la trinchera de la casa: el baño. eso y, por sobre todas las cosas, evitar el patetismo de quedarse dormido sentado en el inodoro con los pantalones bajos y la revista de chismes abierta en el suelo.
apenas puso un pie en la calle se lo llevaron. no llegó a prender un cigarrillo.

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15.11.07 

las antologías como recurso
en la actualidad, un grupo de jóvenes autores argentinos logró un lugar importante en el ambiente literario haciendo pie en las siguientes antologías: la joven guardia, en celo, buenos aires escala 1:1 y la reciente in fraganti. un tendal de nombres entre los que recuerdo por diversas razones a mariana enriquez, natalia moret, juan terranova, maximiliano tomas y un etcétera igual de importante entre los que se destaca pedro mairal (el mejor de esta generación) comparten cartel detrás de los temas que permitieron que sus textos circulen con más potencia en el mercado editorial: crímenes, sexo, geografía y los que vendrán.

la antología aparece como el recurso más efectivo ante la falta de ventas por autor. al no haber un nombre propio de la autodenominada nueva literatura, las editoriales apuestan a estos disparadores clásicos para enganchar más y mejor a los lectores, y como si eso fuera poco: el presupuesto para realizarlas es bajo y el resultado es mejor. entonces, este tipo de literatura direccionada y muchas veces por encargo termina siendo un éxito por donde se lo mire: le sirve a la editorial por economía y ventas, y le sirve al autor porque se da a conocer. plin caja y todos contentos.
por eso no es descabellado relacionar este tipo de antologías con un intento de best seller (para los demasiado inocentes agrego: ¡oh calamidad!). por supuesto que no me refiero a un best seller como el código da vinci o harry potter, nada más lejano, pero sí hago foco en que la evidente elección de un tema puntual es pura y exclusivamente para atraer más lectores y que el libro sea mejor vendido, es decir: best seller.
de aquí en adelante, podríamos discutir sobre el best seller como género, pero ya escribió al respecto el escritor argentino césar aira en esta interesante nota al diario la nación
y estos son fragmentos que seleccioné:


(...) convendría hacer una diferencia entre dos usos de la palabra best seller: el primero y más natural, el sentido que podría decirse "etimológico", es el del libro más vendido. Sobre eso, obviamente, no hay nada que decir: cualquier libro puede venderse más que otros, o más que todos los otros, en determinado momento. Las circunstancias más diversas, la moda, la actualidad, la casualidad, pueden llevar a ese resultado. El otro sentido, sobre el que sí convendría reflexionar un poco, es el de best seller como género específico: el libro, generalmente en forma de novela, hecho con vistas al consumo de un público inmediato. (...)

(...) El best seller es la idea, que fructificó en países del área angloparlante, de hacer un entretenimiento masivo que usara como "soporte" a la literatura. Es algo así como literatura destinada a gente que no lee, ni quiere leer, literatura (...)

(...) en cuanto al autor, ¿quién es el autor de ese libro? En el género best seller importa más el libro que su autor (y aquí descubrimos, por contraste, que en la literatura sucede lo contrario). (...)

(...) Esta es una de las ventajas del best seller, una de sus ventajas de mercado, podría decirse: que se presenta autónomo, seductor en sí mismo. Para alguien no interesado en la literatura que deba hacer un tedioso viaje en tren, o sufra de gripe y no pueda trasladar el televisor al dormitorio, ¿qué mejor que una novela de éstas? Una novela llamada Rehenes en la catedral, por ejemplo, no necesita nada más para atraer al lector, que de entrada puede imaginárselo todo: el grupo terrorista con su líder, su psicópata, su dubitativo y su chica, las beatas asustadas, el obispo mediador, las tropas rodeando el templo, el periodista audaz...
En cambio un libro llamado Las alas de la paloma es una pura apuesta, un understatement para universitarios, un enigma de muy prolongada resolución. (...)

(...) podemos terminar denunciando otro equívoco frecuente, el de quienes afirman que el best seller es un atentado contra la cultura. Todo lo contrario. Leyéndolos se aprende de historia, de economía, de política, de geografía, siempre a elección y en forma entretenida y variada. Mientras que leyendo genuina literatura no se adquiere más que cultura literaria, que es la más inefectiva de todas.



también
al respecto, les dejo estas entrevistas a los jóvenes autores en el blog hablando del asunto y el siguiente fragmento de los detectives salvajes, de roberto bolaño, en que el personaje jacinto requena se refiere a las antologías:


(...) Cuando se lo comenté a Rafael, me dijo que eran imaginaciones mías. Yo le dije: ¿Te has dado cuenta que ahora que Ulises y Arturo ya no viven en México como que hay más poetas? ¿Cómo que hay más poetas?, dijo Rafael. Poetas de nuestra edad, dije yo, poetas nacidos en 1954, 1955, 1956. ¿Y tú cómo sabes eso?, me dijo Rafael. Bueno, le dije, me muevo, leo revistas, voy a recitales de poesía, leo suplementos y a veces hasta los escucho en la radio. ¿Y tú cómo tienes tiempo de hacer tantas cosas con un hijo pequeño?, dijo Rafael. A Franz le encanta escuchar la radio, dije yo. Enciendo la radio y él se queda dormido. ¿En la radio ahora están leyendo poemas?, se extrañó Rafael. Sí, le dije. En la radio y en las revistas. Es como una explosión. Y cada día surge una editorial nueva que publica a nuevos poetas. Y todo esto justo después de que Ulises se marchara. ¿Raro, no? Yo no le veo nada de raro, dijo Rafael. Una eclosión repentina e injustificada, el florecimiento de las cien escuelas, dije, y casualmente todo ocurre cuando Ulises ya no está, ¿no te parece demasiada coincidencia? La mayoría son pésimos poetas, dijo Rafael, los lambiscones de Paz, de Efraín, de Josemilio, de los poetas campesinos, basura pura. No lo niego, dije yo, ni lo afirmo, es el número lo que me inquieta, la aparición de tantos y de golpe. Incluso hay un tipo que está haciendo una antología con todos los poetas de México. Sí, dijo Rafael, eso ya lo sé. (Yo ya sabía que él lo sabía.) Y no va a incluir poemas míos. ¿Y eso cómo lo sabes?, le dije. Me lo confirmó un amigo, dijo Rafael, no quiere tratos de ninguna especie con los real visceralistas. Entonces yo le dije que eso no era del todo cierto, pues si bien el cabrón que estaba preparando la antología había excluido a Ulises Lima, no pasaba lo mismo con María y Angélica Font ni con Ernesto San Epifanio ni conmigo. De nosotros sí quiere poemas, le dije. Rafael no contestó, estábamos caminando por Misterios, y Rafael miró hacia el horizonte, como si pudiera ver un horizonte, aunque el lugar de éste lo ocuparan casas, nubes de humo, la neblina del atardecer del DF. ¿Y ustedes van a aparecer en la antología?, dijo Rafael después de mucho rato. María y Angélica no sé, hace mucho que no las veo, Ernesto seguro que sí, yo seguro que no. ¿Y cómo es que tú...?, dijo Rafael, pero yo no lo dejé terminar la pregunta. Porque yo soy real visceralista, le dije, y si ese cabrón no mete a Ulises, pues que tampoco cuente conmigo.
Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño (1998)
XVI Premio Herralde de novela
Compactos - Anagrama
Página 275

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¿quién soy?

  • un tipo que escribe lo que su miopí­a galopante le permite ver.
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