30.6.06 

insomnio poético
horacio, que ya está grande para andar haciéndose el poeta y mañana tiene que levantarse temprano para ir a la oficina, está escribiendo en su mesita de luz, con la luz del velador prendida, a las dos de la madrugada.
no quiere despertar a su esposa, pero hace años que no le sucedía esa sensación de no poder dormirse porque precisa agarrar la birome y escribir. y cuando digo años me refiero a unos diez años, eh.
despertó su esposa. él la mira por sobre sus lentes y espera la pregunta.
-¿qué hacés despierto a esta hora, horacio?
-hago cuentas, amor.
-dormite, querés... -se indigna ella.
entonces, él le hace caso y guarda el papel en su billetera para que nadie lea las líneas de aquella noche.
...y esa promiscua ley de gravedad que te hizo ese bamboleo genial, elástico hasta la eyaculación de mis ojos hechos cristal.
nadie dedica esas líneas a su compañera de años y, cuando terminó de taparse y volvió a mirar al techo, estaba todavía disfrutando aquel regreso nocturno a su adolescencia hormonal. lo tenía decidido: iba a volver a encontrarse físicamente con su -también felizmente casada- compañera de la oficina. iba a matar el tiempo del insomnio pensando cuándo.

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28.6.06 

intervalo
nariz colorada de carcajadas. no hace falta ni que lo digas, pituca. yo no sé cómo se le ocurre llamarte de esa forma al infeliz y vos no sabés cómo puedo reírme tanto de tus morisquetas. estas cómo niní marshall, te digo yo para que te rías de tu éxito como mi bufona; a veces musa, a veces bufona, a veces puta, a veces mirona.
con la excusa del humo, abrí la ventana para tus pezones, y la mala educación de tu buzo delator, poco caballero.
vos seguís con tus morisquetas y yo te digo muerto de risa: ¿fumo yo y te pega a vos?, y vos respondés: no, si es por eso quedate tranquilo que está bien claro quien fumó de los dos, y yo me muero en más carcajadas que terminan en fade out...

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hoy, capítulo cuarenta y siete de chico de country.
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23.6.06 

el mundial de mimí
la tiene mal el mundial. así no se puede, se le queja mimí a hermes. le dice que así no iba, que deben tener más sexo, que basta de croacia-japón y ese compilado de partidos que no le importan a nadie. hermes toma aire, echa un bufido y le responde tranquilo: a mí sí me importan, y sigue mirando la tv.
mimí aprovecha la ausencia de marido para juntarse con amigas y quejarse todas de lo mismo. parece que planean una rebelión, que después del té de boldo con torta de ricota ya van a ver, pero después todas se van a su casa y nada. ni siquiera aquel proyecto de borrachas de anís de llamar al taxi boy para que les baile y tal vez algo más si el alcohol abunda. hasta los taxi boys deben estar viendo el mundial, dice mimí y todas se ríen. luego llega otro comentario más cruel del que no importa la autora: al menos sabemos que están viendo televisión y no con otra mujer, dice una. silencio pequeño. sí, es verdad, corroboran y siguen dándole al anís.
vuelve a casa y hermes está viendo argentina-serbia y montenegro. recién comienza la repetición. el partido se jugó a la mañana. son las dos de la mañana y algún canal lo repite. se desviste, se mete en la cama, besa a hermes en la mejilla y ve unos segundos la tele. argentina convierte un gol y hermes le comenta sin la mínima emoción: golazo, eh. ella ni responde. sabe que no va a poder contra el mundial.
deberá esperar a que termine para que las revistas que publicaban el distanciamiento de las parejas se aboquen otra vez al tantra, a las dietas para el verano que se viene, a las fotos de la diva haciendo topless. seguro que vuelve todo a la normalidad. entonces, otra vez, al acostarse junto a hermes y tocarle la pata peluda para calentarse los pies y para oír las quejas, se van a dar un pico y van a posponer con la mirada la idea vaga de sexo porque al día siguiente hay que levantarse temprano.
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20.6.06 

decisión de jefa
lucrecia sampietro es jefa y no le importa hacer uso y abuso de su profesión. es madre soltera y anda por la vida diciéndolo, echándoselo en cara al mundo y en cierto punto haciéndolo responsable de la falta de marido. todo, para que no la hagan responsable a ella, que ya tiene demasiado con la oficina, los presupuestos y los cuatro hombres a su cargo: dos de más de treinta y dos de menos de treinta.
tiene un escote así de grande. no es que lo lleve a veces o algo por el estilo. ella lo tiene. todas las camisas o blusas que utiliza para ir al trabajo son escotadas. por más que sea invierno u otoño, ella lleva el escote.
de los cuatro empleados, ya tuvo relaciones con tres. ella, a sus treinta y ocho, todavía está fuertísima. así se lo dijo uno de sus empleados y lucrecia lo anda pregonando en su grupo de amigas: estás fuertísima, me dijo el pendejo, comentó ella en la casa de mónica y todas se rieron a carcajadas entonadas por el anís.
el miércoles pasado le tocó a joaquín. le dijo que tenía que quedarse a hacer extras por el balance de uno de los clientes y el empleado de 25 años obedeció. sí, no hay problema, respondió con la seguridad de lo que sucedería después. los compañeros ya le habían contado sobre la jefa, de su gusto por el histeriqueo previo y también de los gritos desaforados con los que les cambiaba el nombre a sus amantes durante el sexo.
joaquín radini resistió los embates histéricos de lucrecia con soltura: sorteó la apertura de escote durante el pedido de material de la empresa, la charla de mal de amores, las piernas demasiado abiertas en el sillón de la oficina mientras él controlaba el listado de proveedores y también soportó los masajes del trabajo terminado.
lucrecia desesperaba por la quietud de su futura víctima y, basándose en su omnipotencia, hasta llegó a pensar en la homosexualidad. entonces, por primera vez tomó la iniciativa.
-si no me sacás la ropa ahora, te echo -le ordenó hablándole casi boca a boca.
-... -joaquín la miró sorprendido. nunca pensó en tal frase para romper el hielo.
-¿qué me mirás, radini? ¡desvestime, te digo!
-no...
-¡qué no! yo no te lo estoy preguntando. te lo estoy ordenando, radini. acá yo tengo el poder, querido...
-y yo me cago en tu poder -dijo radini. se levantó, agarró su campera y se fue.
el lunes fue a trabajar como si nada hubiera pasado y la saludo: buenos días. buen día, le respondió ella muy contenta.
dos semanas después, joaquín radini tuvo que volver a hacer extras pero esta vez cedió ante la jefa. ella se estaba tocando frente a él, sin decirle nada. de piernas abiertas, otra vez en el sillón de la oficina, y con el escote desordenado. lo miraba fijo y se lamía los dedos de su mano derecha. luego los gritos, el cambio de nombre, los pedidos... todo.
la mañana del lunes, al entrar a la oficina, un compañero le dio la mala noticia: lo habían echado. parece que reducción de personal, le dijeron. entonces, entró raudo a la oficina de lucrecia.
-¿qué carajo hacés, lucrecia? -era la primera vez que la tuteaba.
-¿yo? ¡te echo!
-¿pero por qué?
-cogés mal, radini. muy mal. tomátelas.
cuando salía, los compañeros se reían de la desgracia ajena.
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16.6.06 

el horario de visitas
acaba de despertar. esteban tiene esa falta de ubicación usual en quien despierta de la anestesia total. esa sensación de querer respirar ahora. las manos dormidas todavía, la boca pastosa, sed, las piernas no se mueven, pero no es la primera vez que lo han operado. no. conoce la sensación de aquella vieja intervención anunciada por los pólipos en la vejiga. ahora, el último recuerdo era la ambulancia en su casa. los retorcijones en la zona inguinal, el dolor punzante, los análisis postergados, la sangre en la orina y su esposa asustada, pero todo eso ahora era remoto. estaba atontado, recién abría los ojos. ya se siente el cosquilleo en las manos y al fin se asomó la cabeza de beatriz. ella le dice algo, él no la logra entender pero le guiña un ojo para darle una señal de que está todo bien. ella se va de su campo visual, debe haber ido a buscar al doctor.
...
se siente algo mejor. aunque está mucho más flaco y demacrado, con el rostro algo amarillento, tiene hambre y se quejó por la sopa que van a traerle en el hospital. acaba de pasar por otra intervención en su vejiga, una mucho más riesgosa por su falta de cuidado. están sus hijos, su hermana y beatriz. beatriz siempre está. su hijo le hace un chiste sobre huracán y él le dice sonriéndose apenas: vos callate, cuervo fracasado.
llegó el médico. todos afuera. hora de la revisación.
...

hoy está cansado. por un momento se asustó, no está tan bien como ayer, pero no es para alarmarse, piensa, se puede tener una recaída. ya se lo había dicho el médico: que se quedara tranquilo, que sólo pensara en estar mejor, pero igual no quería responder demasiado. el médico nunca dice demasiado. sólo sale de la habitación y listo.
llega el horario de visita y entra su hijo, su esposa, su hermana y charlan con él muy poco, con los cuidados que hay que tener con un paciente que hace un día fue operado, nada de chistes; seguro se los pidió el médico, piensa, pero después no puede pensar más en eso porque, de repente, irrumpen en la habitación personas que apenas reconoce. ocho hombres canosos y pelados que tarda en reconocer se aproximaban para abrazarlo. son sus ex compañeros de la infancia y del colegio. lo confirma cuando comienzan a llamarlo pilín.
grata sorpresa, café y facturas para todos menos para uno, anécdotas que lo rodeaban, sonrisas de acá, de allá; algunos que salen para que las enfermeras no los echen a patadas, otros que se quedan mucho tiempo porque parecen haberlo extrañado todos estos años; los hijos, la mujer y la hermana que entran y salen para convencer a las enfermeras de que allí no sucede nada del otro mundo...
...

terminado el horario de visita, los hijos ven llorar al padre; hace días que beatriz y los chicos pueden visitar a esteban a cualquier hora sin problemas. esteban le pide a beatriz que se los lleve, que vayan al bufet porque quiere estar solo. igual, yo estoy bien, dale, le dice.
salen y esteban precisa llorar más. estrujar la sábana con furia, con la fuerza de un enfermo terminal, piensa. un segundo de lucidez: el horario de visitas extendido, las precauciones excesivas de los médicos, la seriedad de su familia... la operación no sirvió de nada, piensa. la presencia de sus viejos amigos le hizo abrir los ojos. nadie va a ver a un enfermo para festejar la vida. esas visitas anticipan lo irremediable.
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hoy, capítulo cuarenta y seis de chico de country.
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14.6.06 

borges
era la primera vez que estaba conforme con algo que había escrito. era un cuento.
no sé a qué edad lo había terminado, pero tampoco es que haya sido demasiado chico; nunca fui prodigio para más que ser irreverente y maleducado.
no me acuerdo bien de qué trataba y no tengo copia. imagino que no debía ser nada brillante, aunque debió haber estado bastante decente como para que yo venciera mi timidez y se lo mostrara a alguien. en aquel caso, sólo a mi mamá. mi primera lectora.
recuerdo, sí, que al pie lo había firmado como jorge luis borges. no era con motivo de usurpar su prestigio ni nada por el estilo; ni siquiera había leído nada de él. pero precisaba que mi mamá no fuera mi mamá y borges era el único nombre propio que yo relacionaba con eso de escribir.
hice mis últimas correcciones, firmé con nombre ajeno e hice la entrega del caso.
-má, leé esto.
-¿para qué?
-tengo que escribir una opinión sobre esto para el colegio.
-ay, pero vos sabés que el que sabe de estas cosas es tu padre.
-dale, má.
ni siquiera hoy sabe que aquello que le di era de mi autoría.
ah, le pareció inentendible. como todo lo de este tipo, dijo.
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este texto lo posteo en conmemoración del 20 aniversario de la muerte de jorge luis borges. el texto fue extraído de biógrafo, que era uno de mis blogs de ficción, y cuenta mi primer contacto con el autor. el relato es autobiográfico y real.
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12.6.06 

el momento de marina
se caracterizaba por una virtud elogiable y poco común por la vorágine de realidad que acoge a cada ser humano: marina era paciente. no tenía problemas en esperar y eso se le había vuelto un modo de vida.
vivía tranquila, con soda, y todo eso sin la necesidad de fortunas o amores desquiciados. lo suyo era la calma y hasta en la oficina donde trabaja no obedecía a la ley madre del ambiente de trabajo: no podía andar haciéndose la ocupada con una carpeta bajo el brazo y caminando con el paso apurado de nalga contraída. ella parecía arrastrarse por los pasillos con los informes casi colgándole y su escaso maquillaje no ayudaba a su cara blanquecina.
no puede ser que seas así, parece que estás muerta, le dijo una vez una compañera de trabajo que pretendía su puesto de team leader, pero ella siguió sin mosquearse. trabajaba y se iba a la casa. no hacía sociales y no lucía minifaldas para convencer, ni siquiera a pesar de que aquel semblante moribundo escondiera la mejor herencia que podía pretender de su madre: el culo. la frase célebre de mamita, porque así se hacía llamar su madre, era: el culo no es nomás para sentarse, querida, hay que saber usarlo, eh.
contradiciéndola, marina vestía casi como hombrecito y era como una hormiga del mundo. siempre trabajando, agachaba la cabeza y era capaz de pedirle disculpas hasta a los testigos de jehová que le tocaban timbre los sábados a las ocho de la mañana.
todo eso sucedió hasta que la nombraron coordinadora general de su oficina. hace tres meses que ostenta ese puesto y hace el mismo tiempo que se lleva el mundo por delante. parece ser la hora de su revancha, la hora de transformarlo todo a su gusto, de que el trabajo se haga como corresponde y nada de ñoquis en la oficina. en los pasillos que dan al bufet, sus empleados se juntan para secretear mientras fuman. dicen que se la creyó: ya no es la misma de antes, reclaman como si alguna vez le hubieran prestado algún tipo de atención. mientras tanto, marina sonríe sin comunicárselo a su rostro. siente que llegó donde quería llegar, que éste es el momento que estaba esperando.
ayer se animó: fue al trabajo más maquillada en las ojeras y con una pollera corta comprada en el shopping. no llega a minifalda pero la evidencia del contorno de sus caderas ya fue suficiente como para que los hombres del lugar no la vieran tan déspota como habían concluido en el pasillo. su madre, que toda su vida fue ama de casa, debe estar orgullosa.
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hoy, capítulo cuarenta y cinco de chico de country.
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8.6.06 

el antiperros
yo había conocido gente que hablara mal de los gatos, que dicen para llamarlos hay que hacer sonar las bolitas que comen agitando el tupper, pero nunca había escuchado a alguien que hablara mal de los perros hasta que apareció don luis con su voz estridente.
don luis, creo, lo hacía de puro peleador. porque a los sesenta uno ya no tiene muchos motivos para andar discutiendo con la gente, pero también creo que lo hacía por anarco. sin ir más lejos, su gato se llamaba severino y en el barrio se contaba que era un gato que había linchado a varios perros. otros decían que eso era una fama que había creado don luis.
pero los argumentos de don luis contra los perros eran simples: yo no puedo entender, decía, cómo puede ser que la gente que diga que los perros son únicos. un perro es único hasta que se pierde. vos creés que identificás a tu perro dentro de cualquier jauría de su raza, pero la verdad es que cuando se te pierde el perro todos los perros parecen tu perro. la gente también dice que el perro es el mejor amigo del hombre y es cierto, pero lo es porque amamos el sometimiento, porque nos gusta la obediencia desmedida de hacer sentar al perro delante del vecino para que vea lo bien adiestradito que lo tenemos. la verdad es que odiamos la independencia y el abandono. con ese mismo criterio, también diríamos que, en realidad, el mejor amigo del hombre es un esclavo de omán al que le encontraríamos la estupenda virtud de no tener que andar limpiando su mierda del jardín.
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hoy, capítulo cuarenta y cuatro de chico de country.
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5.6.06 

amigos de nuria
nuria busca amistades. va por la vida siendo amable, cortés, accediendo a invitaciones de cenas laborales, llama a sus ex amigas felizmente casadas que sólo mantienen el título de amigas y ya no las funciones, va a reuniones de ex compañeros de colegio... hace de todo por tener amigos y amigas, pero es difícil.
es raro. a su edad, la gente ya tiene amigos, ya los trae de hace tiempo, pero nuria no. ella los perdió cuando se puso de novia con ariel a los dieciseis y mucho más cuando se casaron a los 23 por la llegada de tomás. se abocó a la familia.
ahora, a los treinta y pico, separada de ariel, pero con buena relación entre ambos, y con tomás ya más grande, quiere rehacer su vida. quiere amigos. divertirse. salir.
pero no puede. se acerca a los hombres y todos creen que quiere cama y cuando comprueban lo contrario pasa a ser una histérica. se acerca a las mujeres y la toman por robamaridos. no sé de qué tienen miedo, piensa ella.
hace un año fue víctima de un acoso sexual. confió en la cortesía que parecía ofrecerle su jefe, sufrió apriete en horario de horas extras y empresa desolada, gritó, lloró, recurrió a un abogado experimentado y jamás volvió a contarlo. ayer ganó el juicio y su jefe quedó de patitas en la calle. al contrario de lo que pensaba, no sintió aires de revancha. cuando todos hablaban pestes del tipo, a ella le dio pena por dejarlo en la calle.

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2.6.06 

el secreto del padre
el padre juan josé toca la guitarra en la parroquia y no le pesa la supuesta seriedad religiosa que implica el cargo. anda con la biblia de sobaquera de acá para allá, a veces tira algún comentario doble sentido para los adolescentes que se confiesan obligados por los padres y juega a la pelota todos los jueves.
pero lo que nadie sabe del padre es que su hermana es, en realidad, su mujer. hace tres años que se fueron de misiones a buenos aires. allá no vamos a tener problemas con esto, se dijeron en la intimidad. presumían que en buenos aires cada uno está con sus cosas y no se meten en lo ajeno.
el padre tiene sexo, ya es momento de contarlo. no reza avemarías cada vez que lo hace y tampoco se hace demasiado problema. alguna vez tuvo ese tipo de discusiones internas, pero con el tiempo fue madurando por dentro eso de hacer su propio sistema dentro del sistema de la iglesia y así andar por la vida ayudando gente.
nora farías nació en misiones y no dudó en venirse con él para buenos aires. recolecta ropa usada del barrio para los chicos de la parroquia y ahí todos la conocen como nora, la hermana del padre. el apellido farías, es el del padre juanjo. el suyo es otro, pero de aquello solo queda el descontento de las familias: son una vergüenza. se fueron nomá los sacrílegos y nos han dejao con todo a nosotros que no sabemos qué decirle a esta gente, dice la madre de nora desde posadas.
ayer llegó una carta a la parroquia. el padre juanjo la recibió de manos de una de las monjas y le pareció que ella lo miraba con ojos de desconfianza. no sabía qué decía la carta pero no quiere cambiar rutina por novedades. prefiere que todo ande como siempre, que no lleguen cartas ni llamados por teléfono, que cuando preguntan por su hermana él haga el papel de cura misterioso que se va a rezar.
la carta era de su verdadera hermana, luisa. después de tres años de no hablarse, le contaba cómo andan las cosas por allá. después le escribía entre signos de pregunta si ya tenía hijitos con norita y le adelanta que quiere reconciliar las cosas porque la mami anda achacada.
por un momento necesitó a su hermana y está preocupado por la salud de su madre, pero ni piensa en volver. ni siquiera en dar una respuesta. lo que sí va a hacer esta noche es preguntarle a norita si tiene algo que ver con que su familia lo haya ubicado y después va a prender fuego la carta mientras se fuma el cigarrillo diario en el baño. cuando el papel se extinga, va a dejarlo caer al inodoro y al tirar la cadena se va a ir el pasado una vez más.

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hoy, capítulo cuarenta y tres de chico de country.
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¿quién soy?

  • un tipo que escribe lo que su miopí­a galopante le permite ver.
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