30.8.04 

Marina, milagro maldito

Mostraba masculinidad mirando minúsculas muecas, modelando muñecas. Mimaban mujeres mis manos mañosas, mas moría. Marina me mataba. Manipuladora minuciosa mandaba mirándome magnéticamente.

Mucho macho mamaba Marina. Manaba microbios ¡Muy mugrienta!. Mientras moría, milagreros, Mahoma, médiums, mafiosos magos moscovitas, me mantuvieron meditabundo, manso, mamero.

Marina me manoseaba, microfoneaba mi miembro, me montaba. Madura maestra. Mmmmm, muchos momentos marcan mi memoria. "¡Movete, mogólico!", me maltrataba. Mas macabra, miraba muchos más machos. "¡Matadores muéranse! ¡Machucan mis momentos más maravillosos!", me mandaba mi mente.

Mechando medicamentos, morrones, membrillo, metiendo morfina, manteca... Muy misógino, minitas mantuve muertas mintiendo muchos meses. Mujeriego, me manduqué muchas modelos. ¿Mi método? Miradas misteriosas, memorizar Macedonio, Marechal, Moro, Mann, Maquiavelo, Mahfuz... Mantenerme meloso.

Mi misión muestra miserias. Mucho morbo, menos moral. Moraleja: Marina, menopáusico monstruo mental, momia mala, me mantuvo maltratando minitas mientras maduraba malherido.

NOTA: nobleza obliga, esta idea la leí por primera vez en el blog www.pastillaje.blogspot.com, donde hay escrita una historia con p. Por eso, además de usar su idea, le metí un link acá.

29.8.04 

Semblanza de sábado

Quietito. Lentes, horizontal, dos almohadas. Borges escribe baladí -como Benedetti bálsamo- y es mucho, demasiado. Spinetta es todo armonías y canto con voz de jilguero con carraspera en cada suspiro entre cuento y cuento. Ugggh, todo me lleva a lo mismo.

Encierro a Borges entre sus propias páginas, y quién podría hacer eso conmigo; hasta gracias le diría. Indiecito en mi propia cama, cierro los ojos y... mi aliento hoy no tiene aroma a vainilla. Mmmmmm, lástima. Y quisiera encender una luz que sea negra, que vuelva todo oscuridad, que el sol no se filtrara por las obleas de mi ventana y Zzzzz. Debería existir algo así. Sería la única forma de poder cerrar los ojos, no ver.

Así me dormí y soñé. No quería pero soñé. Y me desperté y recordé. Tampoco quería pero recordé. Y, aunque sea fugaz, pasaron miles de segundos de irrealidad. Al fin.

27.8.04 

Las noticias diarias ausentes en el diario

-En Argentina, 1 de cada 5 chicos están desnutridos.
-George Bush, a pesar de haber reconocido que no encontraron armas químicas en Irak, no hizo revivir a todos los que mató, no dio de comer a los chicos desnutridos y no informó con la verdad a los ciudadanos estadounidenses que lo eligieron, o eso se dijo.
-En Argentina, 15.400.000 personas son pobres.
-En Malawi y Liberia, no hay televisión.
-En Israel, Shaaron sigue torturando palestinos y encerrándolos en ghettos tal como los alemanes hicieron con ellos durante la Segunda Guerra Mundial.
-En Argentina, 5.200.000 personas son indigentes.
-En China, si te agarran fumándote un porro, pena de muerte.

25.8.04 

Chin-Chin

En el día de la fecha, quiero hacer un brindis. Sí, un brindis y no con agua mineral porque trae mala suerte, y ya que solamente lo escribo, lo voy a hacer con champagne. Sí, señor. Con el champagne más burgués de este planeta. Suben las burbujitas y el que no rebalza es borracho, entonces, derramo a propósito y todo tranquilo.

Decía que quiero brindar, esta vez, por los lugares comunes que muchos evitamos y hasta odiamos. Por la pertinaz lluvia, por el terrible accidente, por el furibundo delantero, por el no lo vas a poder creer, por el imperdible, por el thriller aterrador, por las lágrimas de cocodrilo, por el suicida que toma pastillas, por los drogadictos que se tiran de balcones, por el borracho sabio, por la soledad del fumador...

Por todos los lugares comunes que andan dando vueltas por ahí. Chin-Chin, viejo. Por ese prestigio perdido con los años. Por esos creadores que los inventaron y que fueron tipos originales por un tiempo.

23.8.04 

La lluvia invita

Lluvia, que nos hace voraces. Buscadores insomnes de no sé bien qué. Como transitar en círculos, perdidos.

Y con las manos vacías alimentamos de nada. Que no es poco. O así parece, porque insistimos hasta morir en el intento.

Morir como de un balazo, que no nos permita recordar jamás el momento exacto en que caímos en combate.

Buscando un enemigo en qué descargar, aquel alimento que nos empacha. Un hueco donde vomitar lo propio.

Entonces, una nueva lluvia hará lo suyo. Lavará los restos y nos tocará el hombro invitándonos otra vez.

19.8.04 

Dos

Abrazándose por dentro, cuadro por cuadro, como si estuvieran reconociendo cada una de sus células. Presentándolas entre sí.

Galope lento, de exploradores fascinados, buscaban qué había detrás de sus ojos, fijos, punzantes. Provocaciones entre signos de pregunta.

El, estrujándole su pelo torrencial. Ella, marcando a uña firme los accidentes del mapa de su espalda. Juntos, como dos manos con los dedos entrelazados. Juntos y mezclados, por qué no.

Dos manos atadas en las muñecas. Inseparables. Prisioneros. Pulseada de vencidos.

18.8.04 

Lo que logro

Siete días más pasaron con todas sus horas y un par más de otro día ocho. Muchos siguen creyendo en Dios, los jefes fastidian a los empleados, soñar también es triste, las esposas son vistas como vasos medio vacíos, la pena de muerte sigue existiendo, los hombres estan convencidos de ser el sexo fuerte, negros-drogadictos-pobres son el relleno de las cárceles, la felicidad tampoco está bajo una piedra arrojada por una furia con nombre y apellido, las mujeres deberían liderar el mundo o al menos tener una oportunidad, cambiar el mundo no es tan fácil, un tipo que pensaba haber encontrado el verdadero amor se da cuenta de que eso no es para él, el hombre -gracias a la NASA- confía en que pueda vivir en otro planeta para poder seguir destruyendo el propio, los robots y las computadoras trabajan más horas pero lástima que no se pueda humillar un conjunto de fierros, los números de las encuestas somos nosotros, y, mientras desde el día en que nací hasta hoy está todo cada vez peor, yo apenas logro un insomnio preocupante.

16.8.04 

Mal de muchos...

Estaban bien, sí. Convencidísimo estaba. Entonces le preguntó su amigo -cuatro años de casado, dos hijos, infiel con la secretaria- cómo hacía para soportar la histeria de ella, el ego, los reclamos, todo eso que el tiempo reparte democráticamente a la mayoría. David dio una pitada al cigarrillo, como lo hacían en las películas norteamericanas que le gustaban desde chiquito, pareció buscar lo que ya tenía en la punta de la lengua porque lo había pensado hacía unos días, y dictó: "Es que uno se acostumbra a eso del amor, y... -el humo formaba una nube genial delante de su rostro- lo demás poco importa mientras el corazón lata".
David sintió que había soltado la mejor frase de su vida; como una de esas lecciones que salen al éter para ser efímeramente admiradas y eternamente obedecidas por nadie. Así, Miguel, resentido y convencido de que jamás llegaría siquiera a tal éxtasis oral, le encontró la vuelta y decidió herirlo para ponerlo a su altura. "Mierda... -dijo mientras jugaba con el sobre de azúcar ya vacío- pensar que hace poquito que estás... y ya te llegó... ", "¿Qué cosa, Miguel?", "La costumbre, David", dijo como si le pisara el cordón del zapato cuando él comenzaba a correr. Dio un fondo blanco al agua que completaba el tercer cortado ya hecho historia y con señas le pidió al mozo la cuenta.

NdeR: Para vos que lo escribiste sin saber.

13.8.04 

A mano

Le había pedido que no lo dejara pensando con esas frases al azar que ella tomaba de su cabecita, pero no lo había obedecido. Y no es que lo hiciera a propósito -porque en realidad parecía que sí lo hacía- sino porque ella era así.

Pero esa vez -mientras Lennon despotricaba contra McCartney preguntándole "How do you sleep?", y se refería a eso de la conciencia- sin querer ni pensar, él encontró sitio para lo poco de poeta que le queda y dejó caer sobre la mesa una especie de póquer de (fr)ases.

Confesó que estrenaba esas líneas, no dijo que tenía muchas más nunca escritas y sintió que esa madrugada, al menos esa, estaban a mano.

11.8.04 

Los cambios del poeta

Estaba perseguido. Acorralado en sí mismo. El poeta no podía escaparle a una cierta cantidad de rimas rígidas que se rehusaban a mutar. Le era inevitable no rimar espejo con reflejo, amor con dolor, fidelidad con soledad, decidí con let it be... Y así una larga lista de terminaciones de versos que no hacían más que hacerlo descreer de su vocación, sí mismo.

Tiempo después, un día como cualquiera en que revolvía en su inconsciente, dejó de escribir porque se cansó de repetirse, de no encontrar un cambio. Y así fue como, sin que nadie le avisara nada, comenzó a vivir sus propias rimas sin darse cuenta y se creía completamente diferente a aquel tipo que intentaba cambiar las cosas que le pasaban por la cabeza.

9.8.04 

Times are changing I: Prioridades

-(...) Y sí, Negro, a veces cuesta encontrar la mina que te parte el bocho y lo peor es que no es eso lo que más cuesta... Pero mejor cambiemos de tema.
-Seh, ¿te acordás cuando queríamos hacer una revista juntos?
-¿Cómo me voy a olvidar, boludo? Yo todavía quiero.
-Yo también, Peluca. Pero lo que pasa es que hay que remarla mucho.
-Sí, ya sé ¿A mí me lo vas a decir? Además, tenemos, ya sin preguntarte si vos tenés, porque sé que tenés, lo más importante. El material está. El contenido está. Estoy seguro. Está como estaba antes ¿o no?
-Por supuesto. Yo no tiro nada de aquella época. Nadie entiende lo que significa para uno una pilita de papeles desprolijos uno arriba de otro.
-A mi me pasa igual. Son como las ruinas de un sueño no cumplido y que, como viene la cosa, tampoco se va a cumplir.
-Claro, porque sabés lo que pasa, Peluca, ahora lo importante para tener un proyecto así ya no es más el arte, el contenido. Ahora lo importante son las publicidades.
-¿Sabés que sí? Es más, dentro de poco van a ser las marcas las que digan "Che, tenemos que hacer una publicidad de nuestro jabón de tocador. Júntenme unos 20 periodistas que vamos a sacar una revista a todo color".
-Esa sería nuestra única oportunidad.
-Claro, teniendo en cuenta eso que me decías de que nosotros no modificamos el sistema, sí.
-Estoy tanto tiempo al pedo que lo uso para pensar. Eso es lo que pasa. Pienso. Antes soñaba, ahora me conformo con pensar.

6.8.04 

De los espacios en el subte

Casi todo el mundo encuentra su sitio en el subte: unos, descubren otra pobreza de repente, o buscan gente conocida con la que charlar o a la que simplemente mirar para despotricar luego, o les cae la ficha de una historia que escribir, o escuchan a los músicos nómades que casi siempre tocan Piazzolla; otros, también apremiados por el tiempo, se sientan y dejan caer de sus rodillas la esperanza que apoyan en ellas los que todavía resisten.

3.8.04 

¿Querías ver un amanecer?

Amanecido 15.30 con la remera violeta -ruina de polillas insistentes y desgaste de años y años-, acústico de Divididos en volumen 20 de Aiwa que le cuesta leer cds copiados -como éste-, todavía sin atender el cabello, con un texto merodeándome las sienes, las perras ya dormidas en el sillón de mi casa -ni ganas de sacarlas, ni siquiera retarlas, sólo ternura (curiosa ternura de cotidianeidad)... Camino al baño veo en el living tomando leche descremada con café a mi abuela -autista de sus cuidados extremos para no perecer y víctima de esa soledad de viuda y jubilada, lo que sería como una soledad al cuadrado (con tu permiso Joaquín)-...

Entro al baño y quisiera meter la jeta debajo de la canilla, de frente, dislocarme el cogote para hacerlo, pero no. Me la termino refregando como a diario, pensando que la barba debería ser afeitada ya, aunque sabiendo que no hay ninguna razón extrema para hacerlo, entonces, decido lo que siempre hago sin decidir. No se afeita, la barba no se afeita, la barba no se afeita, la barba no se afeita, a sonido de tribuna en pena... Me sueno la nariz con las manos y mezclo moco con agua -gesto asqueroso si los hay, pero quién no lo hizo alguna vez-, lavado de dientes a la perfección -tal vez mi única perfección en este tipo de condiciones ¡Hay que cuidar las cosas buenas, che!-, y salgo del baño mejor que antes, pero de forma imperceptible. Porque a nadie se le ocurre olerle la boca a un tipo despeinado de tal forma al salir del baño, es más, generalmente se evita ejercer la función del olfato en sí.

"Te dejé dormir porque estás muy resfriado, roncabas y todo", dice mi abuela y yo la miro con rostro de "no está tan bueno almorzar a esta hora, pero gracias igual, siempre gracias". Heladera, Coca-Cola, aaaaghhh, que alivio ¡Fuego muere! Ahora sí: comenzó el día. "Te caliento la comida", "Seh".

El mito de Sisifo, de Camus, tal como lo dejé anoche, en esa condición de papelerío sabio que merece ser leído y que atrapa con su complejidad y todo. Leer cinco líneas no son cinco líneas nomás, pensaba tipo 4 de la madrugada. Entonces me di cuenta una cosa que tal vez pueda transformar en un pensamiento universal y sin registrar nada, como siempre perdiendo guita: la vida de todo adolescente leído que quiera enterarse de algunas cosas se divide en un antes y un después de la dupla Sartre-Camus. Y después Nietzsche, claro. Algo de Wilde como para recordar al viejo Groucho y ese estilo. Ah, y el que no haya escuchado "Vodoo Child", de Stevie Ray Vaughan que se muera ya mismo.

Arnedo hace gala de que tiene nueve dedos en cada mano, y yo entro en calor las manos con este texto mientras como empanadas de humita con asco, a pesar de que me gustan mucho. Nunca es sano amanecer a esta hora, y mucho menos si no hay una buena excusa.

1.8.04 

Normalidad

Una mujer llama a un programa de TV para consultar a un sexólogo de voz sexy que da consejos. Ella presenta el caso: junto a su marido han decidido hacer participar a una persona más en el sexo. Cuenta que la iniciativa fue del hombre, que ahora es otra estimulación, que lo hicieron una vez, que recuerdan muy bien lo que pasó en ese momento, que fue una gran experiencia, que ella estuvo de acuerdo en experimentarlo con otra mujer, que tienen un hijo, y luego llega el momento de su pregunta:

-¿Es normal?

¿quién soy?

  • un tipo que escribe lo que su miopí­a galopante le permite ver.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.