29.9.04 

Humildes II

Con respecto al dialecto de los humildes, me encontré con toda una serie de paradojas. Y el primer caso sería que jamás de los jamases alguien etiquetado como humilde diría "Yo soy humilde", ya que eso depararía que, en realidad, juega para el equipo contrario; tal como les sucede también a los que se defienden con un "Yo no soy soberbio". Marche preso, diría mi abuela.

Por eso, entre risas y ejemplos asquerosos, concluí que los humildes no pueden casi hablar de sí mismos. Cada vez que uno le preguntara "¿Cómo estás vos que sos siempre tan humilde...?" (porque nunca falta el agregado obsercuente, claro), el tipo no sabría qué responder o, mejor dicho, sí sabría, pero estaría en la línea que divide la humildad de la arrogancia si realmente se sintiera bien, dichoso, feliz. ¿Mentiroso o arrogante?, se preguntan. Ah, eligen lo primero, obvio.

Así es como caí en que para descubrir a alguien verdaderamente humilde (ojo, humilde con todas las letras porque nunca falta el simulador), uno debería fijarse en las personas que abusan del silencio y que cuando son hostigados con preguntas tales como la anterior responden continuamente que se encuentran miserablemente mal.

23.9.04 

Humildes

Reflexionaba acerca de la humildad. Por ejemplo, muchos llaman "gente humilde" a gente pobre y no debería ser así. No hay ningún grado de sinonimia entre ambas palabras. Eso sí, es cierto que los que menos tienen tendrían que ser los que menos alarden, pero tampoco es el caso de partir de esa generalización errónea que se basa en la teoría filosofal mundialmente reconocida del "piojo resucitado".

20.9.04 

Los avatares de la evolución

Me llegó la noticia: habría una forma médica por la cual el hombre eliminaría sus miedos y pánicos con una operación.

Entonces, pensé algunas de las consecuencias:

-Suicidios en masa: por dar sólo un ejemplo, ya nadie temería a la distancia que separa un noveno piso del suelo.
-Orgías reiteradas y abundancia de romances fugaces: nadie tendría miedo de que este tipo de divertimentos influyan en su pareja de forma contraproducente.
-Novios/as eternos/as: ninguno tendría los celos (todos conocen su cercano parentezco con el miedo), justificados o no, para perseguirse lo suficiente y hacer tambalear la relación.
-Incremento desenfrenado de comentarios estúpidos: los operados ya no tendrían la presión que ejerce el miedo a decir algo estúpido en una reunión y dirían cada cosa que se pasara por su cabeza.
-Devaluación de la audacia: cualquiera que se jacte de ser audaz pasará a ser uno más. La antiguamente heróica audacia sería igual a rutina.
-Aumento del desempleo: el hombre de la bolsa, la luz mala, los ogros, las brujas, el cuco y sus derivados engordarían los índices de desocupación.

Bienvenida sea la evolución, o como quieran llamar a esto, pero espero que no tarden demasiado en descubrir algún método para combatir la omnipotencia consecuente. Y así podrían seguir transformándonos en esa masa de carne ambulante, y consumidora, claro.

16.9.04 

Respuestas a preguntas que juzgo pelotudas

-Si uso boina: ¿Quién te creés que sos, el Che? No. La prueba está en que el golpista Aldo Rico usaba boina. Es decir, podría creerme cualquiera de los dos.
-Si uso anteojos circulares: ¿Quién te creés que sos, Lennon? No. En el mismo caso de la respuesta anterior, durante el siglo pasado, los más altos aristócratas de este planeta utilizaban anteojos circulares.
-Si leo a Borges y Vargas Llosa: ¿Qué sos, de derecha? No. Me interesa la literatura de ambos autores y para opinar de ellos primero hay que haberlos leído; ni hablar de lo que hay que hacer para aprender de ellos.
-Si leo a Marx y derivados: ¿Qué sos, zurdito? No. También para opinar del comunismo y sus derivados hay que haber leído todo lo posible al respecto. De lo contrario, hablamos al pedo.
-Si no tengo celular: ¿Qué te hacés el original? No. Mi originalidad pasa por otro lado. El no tener celular indica que no me interesa que me estén ubicando todo el tiempo. No encuentro útil esa función, sino más bien insoportable.
-Si no me afeito: ¿Qué sos, piquetero? (Nota: antes me hubieran dicho montonero, ahora, piquetero). No, no soy piquetero. No me afeito seguido por diferentes y variadas causas. Algunas tienen que ver con la fiaca, otras con la falta de una excusa para hacerlo, otras con que me gusta como me queda la barbita de tres o más días, otra con que se me irrita el rostro, otra con que el repuesto de Mach 3 está carísimo, y así varias más...

NdeR: Próximamente, seguramente más preguntas (tal vez con sus respuestas) generadas por la infinita creatividad del prójimo.

13.9.04 

Borracho

El está borracho. Ella no. Juntos arman una burbuja dentro de otra. Dos dentro, muchos fuera. El está borracho. Ella se quiere aprovechar de eso. El está borracho. Ella pone su borrachera (la de él) como excusa. El está borracho, pero no es boludo y se lo hace saber. Ella reconoce todo y se rie con él. El está borracho y la besa apenas, queriendo que sea así. Ella antes lo había esquivado de pura hija de puta, y él se lo dijo; ambos no faltaron a su costumbre. El está borracho y ella le preguntó, quería tirarle de la lengua. El está borracho y responde sincero, como siempre. Ella resistió su aliento infernal con fuerzas y siguió preguntando. El está borracho, pero oralmente es hábil. Ella, después de ponerle nombre de superhéroe de juguete, lo apretó y él la recontra apretó con un ¿De qué te -y me- sirve si...?. Otro borracho le da un tincazo a la burbuja. El está borracho, lo quiere, lo entiende y lo auxilia como puede. Ella ya no es ella. El está borracho y quiere que sea ella. Ella responde que no con muecas de mimo. El está borracho y ella ya no está, se escapó. El está borracho, pero cuando esté sobrio...

10.9.04 

De la amistad entre el hombre y la mujer

Por vez número mil me preguntaron por qué yo no creo que exista la amistad entre el hombre y la mujer y volví a pensar una respuesta diferente porque ya me aburro de siempre dar las mismas causas para una misma consecuencia.

Entonces, cuando parecía que mi alegato sería discurso, no lo fue:

-Es que el hombro está demasiado cerca de la boca.

6.9.04 

Mensaje

No sabía qué hacer. Si ir, si venir. No sabía porque ella era un ? que hacía acupuntura con él lanzándole esas agujitas como alfileres, clavándoselas como si fuera un muñequito de trapo. Entonces, uno de esos días en que se veían pero no, agarró un papelito y se lo metió en el bolsillo. "Me compré una camisa pensando en cómo va a quedarte cuando ya habramos terminado lo que empezamos hace un tiempo", decía en azul.

3.9.04 

Entrevista de trabajo ¿Primera parte?

Todo transcurrió hoy, viernes 3 de agosto. Con voz de dormido, a las 10.30, atendí el teléfono. Llamando de una de las empresas a donde fue a parar mi miserable currículum. Entrevista. 14.30. Pensaba: ¿Justo hoy? ¡La puta madre!. Dije: Okey, no hay problema. A esa hora estoy ahí.

¿Cómo viajo hasta Martinez desde mis pagos?, me preguntaba constantemente, mientras mi abuela me decía que no me ponga nervioso cuando la nerviosa era ella. Yo lo que tengo es sueño, vieja, le decía a cada rato. Un llamado bastó: un colectivo a dos cuadras de casa me deja a dos cuadras de la empresa. Una hora y cuarto de viaje y El informe de Brodie rendido, sabía que lo terminaría. ¡Bingo!, hubieran dicho en una peli yanqui.

Llegué. La empresa es realmente grande. Ocupa mucho espacio al menos. Mucha reja, mucho blanco, mucha seguridad, por dentro parece el Pentágono, pero es una empresa de atención al cliente. Primer piso, a la derecha. Te recibe un cuadro aparentemente caro pintado con el nombre de la empresa, pero sin firma de algún autor -seguro no era de Picasso. Un seguridad de bigote hijodepú dice: Buenas tardes, y me abre la puerta con una tarjetita. ¡Mierda!, pensé como un campechano.

Hola, soy Julieta Piripipí, bla, bla, bla (léase con voz de Homero). Ta fuerte la guacha, pensé, pero creo que no la logré enamorar con mi traje negro y mi camisa lila (bien bala, seh). Me hizo preguntas, experiecia laboral, por qué viniste a esta empresa, más blablablá, y yo pensaba en preguntarle una única cosa: ¿cuánto pagan acá, rubita tetona?, pero no. Esperé y ella solita me dijo el monto. Te montan. Ganás poco, pero trabajás seis horas cinco días a la semana. Bastante. Después, me tocó la prueba más compleja: Tenés que dibujar en este papel un hombre bajo la lluvia, me dijo. Tomé el lápiz y de toque hice el dibu. Con paraguas y con piso, porque dicen que eso es lo fundamental. Muy bien, Matías, si quedás seleccionado, seguimos en contacto para la segunda entrevista. Bueno, muchas gracias, le dije con una sonrisa.

Salí ¡¡¡y había un piquete en la puerta de la empresa!!!. Los empleados se manifestaban a todo bombo y puteadas para el dueño de la empresa que, para variar, decían, es un tránfuga. Yo, con jeta de póquer, salí, me hicieron un chiste de poca gracia (¡apa! ¡un aristocrático de corbatita!), me sonreí, respondí con una ironía tajante (ah, ¿vos sos el de la revolución de los sin corbata?), se rieron algunos, me dieron un panfleto, lo agarré para luego leerlo y, después de avisarles que sólo salía de una entrevista de trabajo (tal vez me habían confundido con un tipo de poder o algo así por el traje), los saludé. El que me hizo el chiste me gritó: Ojalá en un mes estés manifestándote con nosotros acá, che. Giré, le dediqué una sonrisa y comencé a enterarme algunas cosas del lugar de donde había salido vía panfletito sindicalista.

NOTA: Si llaman, habrá segunda parte. El título delata que me tengo fe.

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1.9.04 

Preguntón, náufrago y ateo

Porque el qué ya los había dominado, quería preguntarle: "¿Cuándo y dónde?"
Porque lo desvelaban los detalles del cómo, quería insistirle: "¿Cuándo y dónde?"

Y después escribió:

"Aunque en el fondo sé que somos navegantes, compañeros de la deriva y enemigos de las brújulas, cuando una ola nos abrace no nos quedará otra que un delicioso naufragio. Y quizás el tiempo nos encuentre en tierra firme o en el fango de las profundidades; barro tal vez, diría Spinetta".

Cerró el sobre y lo recordó bien. "No coman de esa fruta, les traerá problemas", dijo dios. Y mientras daba más mordiscos, se agradecía silenciosamente ser ateo.

¿quién soy?

  • un tipo que escribe lo que su miopí­a galopante le permite ver.
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