En una sala llamada Diego Armando Maradona, en una redacción del barrio de Constitución. Al cierre del día, cansado, harto de escuchar y leer, con ganas de vaciarme totalmente escuchando a Miles (o tal vez aún más veces) Davis, Pink Floyd o los tangos en piano de Juan Carlos Abitabile o al Flaquito Spinetta, pero boca arriba en mi cama, con la luz apagada. Quería pensar en no pensar, pero para eso, se ve, todavía faltaba.

Yo: (...) sí, es cierto, pero yo apoyo a este gobierno y no cobro por eso, eh. Jeje.
Un tipo al que le faltan tres materias para recibirse de politólogo: Bueno, bueno, ja, no todos tenemos la misma forma de ver la política. Yo soy politólogo, tengo que comer de esto. Jajajaja. Si me escucharan en la facu...
Un flaco que lee Infobae y además se jacta de hacerlo: Al final, ustedes dos que se las dan de progres son dos garcas... Vos (mirando al futuro politólogo y joven burrero), te la das de progre y trabajas para el mismo gobierno que laburan terribles lacras de derecha y además trabajaste para aquel tipo que no me acuerdo el nombre, pero que todos sabemos es un hijo de puta. Y vos (mirándome), que también te la das de progre, no sólo que trabajás para Grupo Clarín, sino también para el Grupo Telefónica.
Yo: Sí, tenés razón. Igualmente, dejame decirte que en un país totalmente capitalista es muy difícil vivir de otra cosa que no sea algo relacionado al capitalismo. En todo caso, otro de mis ideales más importantes es mantenerme por mí mismo sin joder a nadie.
El fundamentalista del Infobae: Seh, puede ser, seh. ¡Pero al final el único que dice lo que piensa y hace lo que dice soy yo acá, viejo!
Yo: Sí, claro. Lindo sería que alguien que no tiene ningún escrúpulo no lograra ser condescendiente con sus ideales.