Los muertos vivos
Ya lo saben. La repentina muerte de Adolfo Castelo me hizo pensar.
Se muere toda la gente que vale la pena y los miserables siguen vivos. Y no lo digo por ese lugar común de quejarse contra diosito que es injusto y ese ademán de vieja que reza hacia dentro, sino porque es la realidad; me sobran pruebas.
Dicen los religiosos que se van a una mejor vida, que esto, que lo otro, pero a mí que me importa si no puedo ver más una entrevista de Castelo, ni escuchar a Lennon, ni leer Cortázar ni a Borges... Es egoísta, pero me sale así.
Es más, hoy día, estar vivo habla muy mal de uno.
Se muere toda la gente que vale la pena y los miserables siguen vivos. Y no lo digo por ese lugar común de quejarse contra diosito que es injusto y ese ademán de vieja que reza hacia dentro, sino porque es la realidad; me sobran pruebas.
Dicen los religiosos que se van a una mejor vida, que esto, que lo otro, pero a mí que me importa si no puedo ver más una entrevista de Castelo, ni escuchar a Lennon, ni leer Cortázar ni a Borges... Es egoísta, pero me sale así.
Es más, hoy día, estar vivo habla muy mal de uno.