-Marcos... ¿sos judío?
Las minas siempre hacen la misma pregunta. Mesa de restaurant, frente a frente, vinito tinto, presentaciones hechas hace rato, pero no. Ellas se quedan con un nombre. Seis letritas y qué importa si soy un violador o un asesino serial de guante blanco.
Y después se me meten en la casa. Salgo con los muchachos, vuelvo de madrugada totalmente borracho, la llamo, medio llorando medio cagándome de risa y corto sin saber cuándo lo hice. Horas después suena el timbre de casa, abro la puerta, ni la miro y entra. Un ataque de madre o el paso clave para meterse donde no la llamaron. Me duermo mientras ella me hace rulito-rulito en el bocho. Todo era pesado. No quería discutir.
-Ya que no te levantabas aproveché para ordenarte un poco. Son la una.
Juntar la ropa sucia para ponerla quién sabe dónde estuvo bien, pero los libros ordenados por el color de los lomos...
Las minas siempre hacen la misma pregunta. Mesa de restaurant, frente a frente, vinito tinto, presentaciones hechas hace rato, pero no. Ellas se quedan con un nombre. Seis letritas y qué importa si soy un violador o un asesino serial de guante blanco.
Y después se me meten en la casa. Salgo con los muchachos, vuelvo de madrugada totalmente borracho, la llamo, medio llorando medio cagándome de risa y corto sin saber cuándo lo hice. Horas después suena el timbre de casa, abro la puerta, ni la miro y entra. Un ataque de madre o el paso clave para meterse donde no la llamaron. Me duermo mientras ella me hace rulito-rulito en el bocho. Todo era pesado. No quería discutir.
-Ya que no te levantabas aproveché para ordenarte un poco. Son la una.
Juntar la ropa sucia para ponerla quién sabe dónde estuvo bien, pero los libros ordenados por el color de los lomos...