Mi desconfianza y mi agnosticismo me versionaron esta realidad. Tal vez se haya muerto anoche, mientras todos pensábamos que estaba vivo y la cima clerical del Vaticano había esperado un milagro ¡algo!, pero no. Ni siquiera pretendo seguir imaginando, porque ya lo hice, el tremendo impacto que hubiera tenido que el Papa se mejorara medicinalmente de sus males. ¡Mirácolo!

¿Por qué el Vaticano dice en los casos de eutanasia que la vida de la persona no depende de otra persona? ¿Por qué se supone que dios es toda la tecnología medicinal de un hospital? ¿Por qué "dejarlo en manos de Dios" no es desconectarle todo lo que ha inventado el hombre? ¿Por qué algunos disfrazan a dios de Estado y lo vuelven estado?

Siempre me pasa lo mismo: cuando sucede algo relacionado a dios, en este caso "su" santidad (supongamos que tiene alguna relación, ;o), pienso en el dueño del techo. Como los creyentes cuando alguien se les está por morir. Entonces, me doy cuenta de lo contradictorio de la religión cristiana y su iglesia.

Todos somos iguales a ojos de dios y blablabla, según me enteré, pero la iglesia es conservadora (conserva su oro, conserva su fortuna, todo). Es decir, uno de los principios cristianos es ayudar al prójimo, el bienestar colectivo y la resignación de lujos personales por la causa, pero al momento de hacer en la política (que es la única forma de lograrlo federalmente), la iglesia y sus fans son un obstáculo. "Dios, el primer comunista", canta Sabina y pensé...

Son extrañas las contradicciones que depara una tarde de lluvia torrencial, mientras en el Vaticano los integrantes de la cúpula clerical, vestidos graciosos con esos sombreros geniales para cumpleaños de quince, se meten la traba a la carrera.