la encontré. yo estaba ojeando unos libros en una de esas librerías baratas y a ella no la buscaba. hacía más de 15 años que no la veía.
y a ahí estaba ana. con el mismo cabello castaño claro enrulado, con su manchita de nacimiento en el cuello y todavía vestida como hombrecito. así le decíamos a ana: que se vestía como hombrecito. nunca una minifalda, eh, le decíamos. siempre se había llevado mejor con nosotros que con las chicas. éramos chicos...
pero contar todo esto sería en vano si no dijera que ana nos enseñó a besar. yo apenas si había dado un piquito y con eso me alcanzaba para ser esa especie absurda que son los líderes de la clase. pero ella había vivido mucho tiempo afuera, no se en qué provincia había estado, no me acuerdo, pero lo que sí se es que ella nos enseñó a besar.
primero uno, después otro... pasaba una semana y ella elegía a otro. y así hasta que me tocó a mí. un día, como si nada, me dijo que nosotros íbamos a ser novios, que yo debía besarla. le di un pico de los míos y ella me sorprendió con su lengua húmeda abriéndome primero los labios y después los dientes y yo primero dudé, pero después entendí. duramos una semana.
eso mismo había hecho ella con mi grupo de amigos, ocho éramos y todos le debemos eso a ana, que había sacrificado su mínima fama de dama, para convertirse en la puta de la clase. le decían de todo pero no le importaba. nos pedía que no la defendiéramos incluso.
ayer me la encontré y no dudé. le toqué el hombro y nos saludamos. estaba cambiada, mucho más mujer. nos contamos nuestras vidas, ella puso rostro triste cuando le pregunté, dijo un "qué se yo, bien" poco convincente y yo le conté lo mío. intercambiamos teléfonos y quedamos en llamarnos para juntarnos con los demás.
nos despedimos con un beso. yo le apunté a la boca con disimulo, lentamente, pero ella me lo dio en la comisura, apenitas. seguro que se acordaba de que a mí ya me había enseñado.
y a ahí estaba ana. con el mismo cabello castaño claro enrulado, con su manchita de nacimiento en el cuello y todavía vestida como hombrecito. así le decíamos a ana: que se vestía como hombrecito. nunca una minifalda, eh, le decíamos. siempre se había llevado mejor con nosotros que con las chicas. éramos chicos...
pero contar todo esto sería en vano si no dijera que ana nos enseñó a besar. yo apenas si había dado un piquito y con eso me alcanzaba para ser esa especie absurda que son los líderes de la clase. pero ella había vivido mucho tiempo afuera, no se en qué provincia había estado, no me acuerdo, pero lo que sí se es que ella nos enseñó a besar.
primero uno, después otro... pasaba una semana y ella elegía a otro. y así hasta que me tocó a mí. un día, como si nada, me dijo que nosotros íbamos a ser novios, que yo debía besarla. le di un pico de los míos y ella me sorprendió con su lengua húmeda abriéndome primero los labios y después los dientes y yo primero dudé, pero después entendí. duramos una semana.
eso mismo había hecho ella con mi grupo de amigos, ocho éramos y todos le debemos eso a ana, que había sacrificado su mínima fama de dama, para convertirse en la puta de la clase. le decían de todo pero no le importaba. nos pedía que no la defendiéramos incluso.
ayer me la encontré y no dudé. le toqué el hombro y nos saludamos. estaba cambiada, mucho más mujer. nos contamos nuestras vidas, ella puso rostro triste cuando le pregunté, dijo un "qué se yo, bien" poco convincente y yo le conté lo mío. intercambiamos teléfonos y quedamos en llamarnos para juntarnos con los demás.
nos despedimos con un beso. yo le apunté a la boca con disimulo, lentamente, pero ella me lo dio en la comisura, apenitas. seguro que se acordaba de que a mí ya me había enseñado.
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