no. las mujeres que me gustan no me dan la razón. uno va, las aborda con soltura, les dice piropos originales, nada del ayer pasé por tu casa; cositas bonitas, que está muy bella esta tarde, que sus ojos color café son como dos castañas, etcétera.
y ellas me dicen que quién sabe, que puede ser, que tal vez un día, si hay eclipse... les cuesta ser brutales en las respuestas. y a mí me gusta que les cueste, claro. porque ya nos han inventado así. para mirarnos desde afuera; reírse y llorar como si fuera la novela eterna.
voyeur