chistes
no todos estamos capacitados para contar chistes. no entiendo por qué insisten. conozco gente que vive intentando interpretar chistes ocurrentes y que no le dan la mínima gracia. conozco gente, incluso, que tiene la habilidad de ser graciosa por medio de la espontaneidad y no por algo premeditado como un chiste, pero insisten. insisten en querer aumentar su rubro cómico.
mi tío raúl es uno de estos tipos. encuentra un chiste y lo gasta, lo consume. lo repite hasta el cansancio: más sed que la difunta correa, dice el tío metódicamente a modo de canapé de su banquete cómico posterior a la cena. después vendrá, claro, el cuento de la tortuga que se parece a niki lauda y todo eso. comienza su relato riéndose. es que me acuerdo del remate, se justifica. pero es en vano. nadie que comience contando algo riéndose puede darle el clima necesario. no, tío, vos tampoco.
un día lo acompañé al club donde es primer vocal de la comisión directiva y ahí encontré el problema de mi tío raúl. ahí hay un verdadero profesional del chiste. antonio nicosia, contador del club, cuenta chistes y mete bocados impecables, algunos burdos, pero impecables. entonces, mi tío lo escucha y graba. y después quiere ser tan gracioso como él en la sobremesa.
entonces, el problema de mi tío, y de los que cuentan chistes mal, es que lo que en realidad les gusta es escuchar chistes, no contarlos. confórmense con eso: son, fueron y serán buenos reidores nomás.
no todos estamos capacitados para contar chistes. no entiendo por qué insisten. conozco gente que vive intentando interpretar chistes ocurrentes y que no le dan la mínima gracia. conozco gente, incluso, que tiene la habilidad de ser graciosa por medio de la espontaneidad y no por algo premeditado como un chiste, pero insisten. insisten en querer aumentar su rubro cómico.
mi tío raúl es uno de estos tipos. encuentra un chiste y lo gasta, lo consume. lo repite hasta el cansancio: más sed que la difunta correa, dice el tío metódicamente a modo de canapé de su banquete cómico posterior a la cena. después vendrá, claro, el cuento de la tortuga que se parece a niki lauda y todo eso. comienza su relato riéndose. es que me acuerdo del remate, se justifica. pero es en vano. nadie que comience contando algo riéndose puede darle el clima necesario. no, tío, vos tampoco.
un día lo acompañé al club donde es primer vocal de la comisión directiva y ahí encontré el problema de mi tío raúl. ahí hay un verdadero profesional del chiste. antonio nicosia, contador del club, cuenta chistes y mete bocados impecables, algunos burdos, pero impecables. entonces, mi tío lo escucha y graba. y después quiere ser tan gracioso como él en la sobremesa.
entonces, el problema de mi tío, y de los que cuentan chistes mal, es que lo que en realidad les gusta es escuchar chistes, no contarlos. confórmense con eso: son, fueron y serán buenos reidores nomás.
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