miguel y norma
a miguel y norma los veo todos los días. salgo a la tarde del trabajo y ahí están los dos: miguel, tirado en la vereda como un muñeco de trapo arrojado a un costado, mendiga monedas, de vago nomás. no tengo trabajo, dice, y después el ley motiv de su trabajo: ¿no me das una mano, loco?, pregunta miguel a los caminantes apresurados. tiene un olor decente para su condición pero lo que mendiga apenas le alcanza para comer y no llega al laverrap, entonces, los trapos que lo abrigan por estos días están roñosos, pero a él no le importa porque hace frío: un día llegué a dormir abrazado a dos perros de la calle para tener menos frío, me contó una vez que caminábamos los dos para la misma esquina de siempre. voy a esa esquina porque cruzo la calle y ahí tomo el 105, pero eso no es lo relevante. lo importante es que en esa esquina está norma. normita, le dice miguel. norma es prostituta. tiene sesenta y dos, usa lentes de sol hasta en invierno, se pinta como una puerta y no usa minifaldas ni ropa de vieja que quiere trompearse con el tiempo. no. norma usa ropa coqueta, lentes oscuros, cartera con detalles en dorado, le gusta el dorado. además, brilla con el sol.
cada vez que pasamos, yo le veo la cara a miguel y le dice un hola normita generoso, caballeresco. con normita no jode. a mí me jode con huracán, de vez en cuando me comenta algo de alguna de las mujeres de la oficina, pero con normita no. él la saluda y ella le levanta su mano arrugada y experimentada apenitas, como con disimulo, como no si no quisiera que nosotros formáramos parte de eso que hace ella en la esquina de la oficina.
antes de ayer, cuando tomé el 105, la vi a normita conversar con unos tipos que pasaron en un auto verde. se asomó por la ventanilla y algo se habrán dicho, pero no llegué a leer labios ni nada. y a unos metros de la esquina miguel miraba la escena como con la ñata contra el vidrio.
ayer le quise hacer una broma a miguel con lo que había pasado y él me respondió muy serio: no, yo miro porque no me gusta que se burlen de normita. ella está trabajando, viste. una vez, yo estaba medio en pedo, y vi como se le reían en la cara acá en la esquina. salté, les dije que eran unos hijos de puta, que ella era una mujer trabajadora, y me terminaron cagando a trompadas.
anoche soñé que se casaban, que había putas, travestis de un lado y linyeras del otro, y el cura los casaba lo más tranquilo y mi mamá le daba los anillos de casamiento seria, con gesto grave y vestida de negro.
a miguel y norma los veo todos los días. salgo a la tarde del trabajo y ahí están los dos: miguel, tirado en la vereda como un muñeco de trapo arrojado a un costado, mendiga monedas, de vago nomás. no tengo trabajo, dice, y después el ley motiv de su trabajo: ¿no me das una mano, loco?, pregunta miguel a los caminantes apresurados. tiene un olor decente para su condición pero lo que mendiga apenas le alcanza para comer y no llega al laverrap, entonces, los trapos que lo abrigan por estos días están roñosos, pero a él no le importa porque hace frío: un día llegué a dormir abrazado a dos perros de la calle para tener menos frío, me contó una vez que caminábamos los dos para la misma esquina de siempre. voy a esa esquina porque cruzo la calle y ahí tomo el 105, pero eso no es lo relevante. lo importante es que en esa esquina está norma. normita, le dice miguel. norma es prostituta. tiene sesenta y dos, usa lentes de sol hasta en invierno, se pinta como una puerta y no usa minifaldas ni ropa de vieja que quiere trompearse con el tiempo. no. norma usa ropa coqueta, lentes oscuros, cartera con detalles en dorado, le gusta el dorado. además, brilla con el sol.
cada vez que pasamos, yo le veo la cara a miguel y le dice un hola normita generoso, caballeresco. con normita no jode. a mí me jode con huracán, de vez en cuando me comenta algo de alguna de las mujeres de la oficina, pero con normita no. él la saluda y ella le levanta su mano arrugada y experimentada apenitas, como con disimulo, como no si no quisiera que nosotros formáramos parte de eso que hace ella en la esquina de la oficina.
antes de ayer, cuando tomé el 105, la vi a normita conversar con unos tipos que pasaron en un auto verde. se asomó por la ventanilla y algo se habrán dicho, pero no llegué a leer labios ni nada. y a unos metros de la esquina miguel miraba la escena como con la ñata contra el vidrio.
ayer le quise hacer una broma a miguel con lo que había pasado y él me respondió muy serio: no, yo miro porque no me gusta que se burlen de normita. ella está trabajando, viste. una vez, yo estaba medio en pedo, y vi como se le reían en la cara acá en la esquina. salté, les dije que eran unos hijos de puta, que ella era una mujer trabajadora, y me terminaron cagando a trompadas.
anoche soñé que se casaban, que había putas, travestis de un lado y linyeras del otro, y el cura los casaba lo más tranquilo y mi mamá le daba los anillos de casamiento seria, con gesto grave y vestida de negro.
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mañana, martes, sorteo un libro en voyeur. yo les digo el título y ustedes participan según las bases que mañana pegue en mi post. suerte para todos.
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voyeur