¿qué escribir?
el guionista estaba encerrado en sí mismo. mucha exigencia laboral. no todos los días se le ocurren cosas interesantes que contar. entonces, utilizó su método: no buscó concentración en la lectura, en la música clásica, hendrix o zappa. lo que hizo el guionista fue pensar en la homosexualidad; en qué haría un homosexual un día cualquiera de su vida. y no porque quisiera volverse gay así como así, sino para impostar una posición, para crear un personaje dentro de sí mismo.
con ese trabajo interior, salió a la calle y comenzó a dedicarse a vivir un poco, a salir del ostracismo galopante en que se había depositado involuntariamente, como quien va caminando y cae en un pozo ciego sin taparse la nariz.
mientras tanto, en su escritorio: el blanco inmaculado del papel era abominable, crecía y crecía como una sábana fantasmal arrojada sobre la habitación y la punta de su portaminas era un puñal en la búsqueda de un destino final. ambos, en dueto, se frotaban las manos. esperaban el regreso del guionista que, en su caminata incierta hacia un destino gay en la ciudad, recién se daba cuenta que sus pretensiones le eran totalmente ajenas, dignas de un escritor.
el guionista estaba encerrado en sí mismo. mucha exigencia laboral. no todos los días se le ocurren cosas interesantes que contar. entonces, utilizó su método: no buscó concentración en la lectura, en la música clásica, hendrix o zappa. lo que hizo el guionista fue pensar en la homosexualidad; en qué haría un homosexual un día cualquiera de su vida. y no porque quisiera volverse gay así como así, sino para impostar una posición, para crear un personaje dentro de sí mismo.
con ese trabajo interior, salió a la calle y comenzó a dedicarse a vivir un poco, a salir del ostracismo galopante en que se había depositado involuntariamente, como quien va caminando y cae en un pozo ciego sin taparse la nariz.
mientras tanto, en su escritorio: el blanco inmaculado del papel era abominable, crecía y crecía como una sábana fantasmal arrojada sobre la habitación y la punta de su portaminas era un puñal en la búsqueda de un destino final. ambos, en dueto, se frotaban las manos. esperaban el regreso del guionista que, en su caminata incierta hacia un destino gay en la ciudad, recién se daba cuenta que sus pretensiones le eran totalmente ajenas, dignas de un escritor.
*en la foto, julio cortázar.
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hoy, capítulo treinta y siete de chico de country.
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voyeur