van tres domingos de limpiar el baño al levantarse y cielo espera que sea el último porque no es cuestión de seguir haciendo pendejadas los sábados a la noche y luego... puaj. y si no es el último, premio consuelo: los domingos no hay mucho que hacer y hasta le viene bien cuando la limpieza excede los límites del baño como la semana pasada. ocupa su cabeza, repasa y repasa la cerámica vomitada con el trapo de piso y lavandina; como si curara una herida. le falta el ya pasa, cielito de su mamá cuando de chiquita llegaba llorando, con la rodilla lastimada de jugar a la pelota, y la conclusión posterior al ardor del agua oxigenada: eso te pasa por jugar con los nenes ¡varonera!.
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