Espejito, espejito.
Había jugado con palabras como durante todo el día, mientras escuchaba música a todo volumen para no escuchar más que eso.
Comenzaba a sentir que la convivencia con sí mismo mejoraba. Hasta hacía ademanes de tocar la guitarra como si fuera tan fácil. Pensar que casi-lloraba y ahora se reía.
Veía el vaso medio lleno y llegó a pensar que éste era el púmbate que precisaba su vida. Entonces, comenzó a escribir, que es lo único que le sana el almita, y terminó redactando las treinta líneas más contradictorias de su vida. No era una autobiografía, pero lo era. Todos lo niegan y el no es más.
Sacó sus diez herramientas del teclado como si lo hubieran agarrado con las manos en la masa, se leyó, se miró, y juró por todos los santos en que no creía que jamás iba a volver a hablarse. Odia la gente como él.
Comenzaba a sentir que la convivencia con sí mismo mejoraba. Hasta hacía ademanes de tocar la guitarra como si fuera tan fácil. Pensar que casi-lloraba y ahora se reía.
Veía el vaso medio lleno y llegó a pensar que éste era el púmbate que precisaba su vida. Entonces, comenzó a escribir, que es lo único que le sana el almita, y terminó redactando las treinta líneas más contradictorias de su vida. No era una autobiografía, pero lo era. Todos lo niegan y el no es más.
Sacó sus diez herramientas del teclado como si lo hubieran agarrado con las manos en la masa, se leyó, se miró, y juró por todos los santos en que no creía que jamás iba a volver a hablarse. Odia la gente como él.