El por qué de la suerte de los tréboles de cuatro hojas
Data de épocas románticas, tiempos Shakespereanos de Romeos y Julietas, cuando el despecho llevó a los enamorados a buscar en los pétalos de las margaritas respuestas definitivas a los vaivenes del amor. "Me quiere mucho... poquito... nada", y así la desnudaban hasta la última que realmente diría si eran queridos abundante, miserable o insignificantamente.
Años más tarde, el amor no dio el brazo a torcer. Muy por el contrario, la desdicha se incrementó y las margaritas comenzaron a faltar; una de las causas era que, ante la respuesta del "nada", los enamorados buscaban más margaritas hasta que una contradijera de una buena vez aquel presagio maldito.
Incentivados por la extinción de margaritas y también porque las respuestas negativas abundaban, los que buscaban el "mucho" desesperadamente encontraron la única manera de conseguirlo: desojaban los tréboles de cuatro hojas y siempre obtenían el tan anhelado "mucho", que desde ese instante los volvía hombres con suerte. Afortunados correspondidos.
Años más tarde, el amor no dio el brazo a torcer. Muy por el contrario, la desdicha se incrementó y las margaritas comenzaron a faltar; una de las causas era que, ante la respuesta del "nada", los enamorados buscaban más margaritas hasta que una contradijera de una buena vez aquel presagio maldito.
Incentivados por la extinción de margaritas y también porque las respuestas negativas abundaban, los que buscaban el "mucho" desesperadamente encontraron la única manera de conseguirlo: desojaban los tréboles de cuatro hojas y siempre obtenían el tan anhelado "mucho", que desde ese instante los volvía hombres con suerte. Afortunados correspondidos.