Yo contra migo mismo
Corresponsal único y exclusivo trabajando en vivo desde mi cerebro.
-Ya te dije que no. Que no voy a casarme.
-Pero vos escuchaste lo que el otro día te dijo...
-Seh, pero lo dijo por decir, como haciendo un chiste.
-Pero detrás de cada chiste...
-Vos porque querés que me case a toda costa. Sos peor que mi vieja, vos.
-No te olvides que soy igual a vos ¡Soy vos!
-Sí, pero sos la parte de mí que no quiero.
-Bueno, ese es tu problema.
-Tuyo también, eh. Pensalo.
-Ya sé, pero no me importa.
-Entonces que tampoco te importe meterme en la cabeza esas ideas de formar una familia, comprarse un perro e ir y venir del trabajo a la misma hora de siempre.
-¿Por qué?
-Porque no me gusta tener como único consuelo de rebeldía la impuntualidad.
-¿Seguro? A mí me parece que estás en la duda.
-No tengo dudas de que no quiero nada de eso para mí.
-¿Y qué pretendés, a ver?
-Libertad, paz y amor, como Lennon. Je.
-Hablemos en serio.
-Bueh, entonces no pretendo esa vida gris que evita pensar y sobre todo ser feliz. La felicidad son pequeños momentos que faltan el respeto a la rutina, leí una vez. Como destellos de la improvisación.
-Yo no lo leí, así que dudo bastante que vos lo hayas hecho. No andés mintiéndome porque te saco en seguida.
-Bueno, puede que lo haya pensado Niezstche, pero se le habrá pasado escribirlo.
-Siempre tan gracioso.
-Siempre tan boludo.
-Entonces es por eso que no querés casarte y formar una familia.
-Seh.
-¿Para ser feliz?
-Seh.
-¿O para divertirte?
-También, puede ser. Ya no queda diversión cuando estás metido en algo rutinariamente insoportable. Por eso la infidelidad tiene tantos adeptos. Es como subirse a la montaña rusa y disfrutar un poco hasta del vómito final ¿entendés? Por eso digo lo que digo y pretendo hacerlo. Yo quiero ser feliz, che.
-Sí, pero hay una cosa que no me queda clara ¿Qué parte de lo que vos pretendés hacer garantiza ser feliz?
-...
-Ya te dije que no. Que no voy a casarme.
-Pero vos escuchaste lo que el otro día te dijo...
-Seh, pero lo dijo por decir, como haciendo un chiste.
-Pero detrás de cada chiste...
-Vos porque querés que me case a toda costa. Sos peor que mi vieja, vos.
-No te olvides que soy igual a vos ¡Soy vos!
-Sí, pero sos la parte de mí que no quiero.
-Bueno, ese es tu problema.
-Tuyo también, eh. Pensalo.
-Ya sé, pero no me importa.
-Entonces que tampoco te importe meterme en la cabeza esas ideas de formar una familia, comprarse un perro e ir y venir del trabajo a la misma hora de siempre.
-¿Por qué?
-Porque no me gusta tener como único consuelo de rebeldía la impuntualidad.
-¿Seguro? A mí me parece que estás en la duda.
-No tengo dudas de que no quiero nada de eso para mí.
-¿Y qué pretendés, a ver?
-Libertad, paz y amor, como Lennon. Je.
-Hablemos en serio.
-Bueh, entonces no pretendo esa vida gris que evita pensar y sobre todo ser feliz. La felicidad son pequeños momentos que faltan el respeto a la rutina, leí una vez. Como destellos de la improvisación.
-Yo no lo leí, así que dudo bastante que vos lo hayas hecho. No andés mintiéndome porque te saco en seguida.
-Bueno, puede que lo haya pensado Niezstche, pero se le habrá pasado escribirlo.
-Siempre tan gracioso.
-Siempre tan boludo.
-Entonces es por eso que no querés casarte y formar una familia.
-Seh.
-¿Para ser feliz?
-Seh.
-¿O para divertirte?
-También, puede ser. Ya no queda diversión cuando estás metido en algo rutinariamente insoportable. Por eso la infidelidad tiene tantos adeptos. Es como subirse a la montaña rusa y disfrutar un poco hasta del vómito final ¿entendés? Por eso digo lo que digo y pretendo hacerlo. Yo quiero ser feliz, che.
-Sí, pero hay una cosa que no me queda clara ¿Qué parte de lo que vos pretendés hacer garantiza ser feliz?
-...