Semblanza de sábado
Quietito. Lentes, horizontal, dos almohadas. Borges escribe baladí -como Benedetti bálsamo- y es mucho, demasiado. Spinetta es todo armonías y canto con voz de jilguero con carraspera en cada suspiro entre cuento y cuento. Ugggh, todo me lleva a lo mismo.
Encierro a Borges entre sus propias páginas, y quién podría hacer eso conmigo; hasta gracias le diría. Indiecito en mi propia cama, cierro los ojos y... mi aliento hoy no tiene aroma a vainilla. Mmmmmm, lástima. Y quisiera encender una luz que sea negra, que vuelva todo oscuridad, que el sol no se filtrara por las obleas de mi ventana y Zzzzz. Debería existir algo así. Sería la única forma de poder cerrar los ojos, no ver.
Así me dormí y soñé. No quería pero soñé. Y me desperté y recordé. Tampoco quería pero recordé. Y, aunque sea fugaz, pasaron miles de segundos de irrealidad. Al fin.
Encierro a Borges entre sus propias páginas, y quién podría hacer eso conmigo; hasta gracias le diría. Indiecito en mi propia cama, cierro los ojos y... mi aliento hoy no tiene aroma a vainilla. Mmmmmm, lástima. Y quisiera encender una luz que sea negra, que vuelva todo oscuridad, que el sol no se filtrara por las obleas de mi ventana y Zzzzz. Debería existir algo así. Sería la única forma de poder cerrar los ojos, no ver.
Así me dormí y soñé. No quería pero soñé. Y me desperté y recordé. Tampoco quería pero recordé. Y, aunque sea fugaz, pasaron miles de segundos de irrealidad. Al fin.