vivir de la escritura
quita el sueño. vivir de la escritura quita el sueño a cualquier escritor, periodista y también, por qué no, principiante escribidor.
el guionista tuvo una época en que pudo vivir de lo que más le gusta, la escritura. bailó con la más linda, le robó una sonrisa a la mina imposible del colectivo, sacó un bingo cerca de fin de mes, y demás metáforas absurdas.
sin embargo, sólo le alcanzó un año para verle las caries a aquella maravillosa dama; al final tenía callos, celulitis, mal aliento y etcéteras. vivir de la escritura no era lo que él creía como vivir de la escritura.
el guionista decía vivir del arte y al poco tiempo no sólo que cambió aquella última palabra sino que su empleador dejó de precisarlo. entonces, volvió a su posición anterior de mártir desempleado de la escritura, pero con el conocimiento de que vivir de la escritura ya no era aquel sueño, ya no era ni impresionante ni, por supuesto, inalcanzable.
ese fue el momento en que el guionista pensó que vivir de la escritura en realidad era otra cosa, nada de presiones extremas, ni correcciones reiterativas, ni construcciones robóticas, ni cables de agencia, ni textos neutros. nada de eso. su consuelo era que vivir de la escritura, de ahora en adelante, sólo sería sacarse la sed con sus propios textos, letra a letra, palabra a palabra, frase a frase y tal vez alguien lo remuneraría con una frase afectuosa o un abrazo.
quita el sueño. vivir de la escritura quita el sueño a cualquier escritor, periodista y también, por qué no, principiante escribidor.
el guionista tuvo una época en que pudo vivir de lo que más le gusta, la escritura. bailó con la más linda, le robó una sonrisa a la mina imposible del colectivo, sacó un bingo cerca de fin de mes, y demás metáforas absurdas.
sin embargo, sólo le alcanzó un año para verle las caries a aquella maravillosa dama; al final tenía callos, celulitis, mal aliento y etcéteras. vivir de la escritura no era lo que él creía como vivir de la escritura.
el guionista decía vivir del arte y al poco tiempo no sólo que cambió aquella última palabra sino que su empleador dejó de precisarlo. entonces, volvió a su posición anterior de mártir desempleado de la escritura, pero con el conocimiento de que vivir de la escritura ya no era aquel sueño, ya no era ni impresionante ni, por supuesto, inalcanzable.
ese fue el momento en que el guionista pensó que vivir de la escritura en realidad era otra cosa, nada de presiones extremas, ni correcciones reiterativas, ni construcciones robóticas, ni cables de agencia, ni textos neutros. nada de eso. su consuelo era que vivir de la escritura, de ahora en adelante, sólo sería sacarse la sed con sus propios textos, letra a letra, palabra a palabra, frase a frase y tal vez alguien lo remuneraría con una frase afectuosa o un abrazo.
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*la foto es de la película el abrazo partido, del director argentino daniel burman, quien este jueves 23 de marzo estrena su nuevo film, derecho de familia.
voyeur