dos
abrazándose por dentro, cuadro por cuadro, como si estuvieran reconociendo cada una de sus células. presentándolas entre sí.
galope lento, de exploradores fascinados, buscaban qué había detrás de sus ojos, fijos, punzantes. provocaciones entre signos de pregunta.
él, estrujándole su pelo torrencial. ella, marcando a uña firme los accidentes del mapa de su espalda. juntos, como dos manos con los dedos entrelazados. juntos y mezclados, por qué no.
dos manos atadas en las muñecas. inseparables. prisioneros. pulseada de vencidos.
abrazándose por dentro, cuadro por cuadro, como si estuvieran reconociendo cada una de sus células. presentándolas entre sí.
galope lento, de exploradores fascinados, buscaban qué había detrás de sus ojos, fijos, punzantes. provocaciones entre signos de pregunta.
él, estrujándole su pelo torrencial. ella, marcando a uña firme los accidentes del mapa de su espalda. juntos, como dos manos con los dedos entrelazados. juntos y mezclados, por qué no.
dos manos atadas en las muñecas. inseparables. prisioneros. pulseada de vencidos.
*este del 19.8.2004 es otro de los textos que escribí durante el primero de los dos años que voyeur cumple este mes.
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hoy, capítulo veintitrés de chico de country.
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voyeur