mente sana
soy infiel, pensó insegura. no le gustó que sea tan evidente para ella misma, pero ya se lo había escuchado decir a su madre: se es infiel hasta con el pensamiento, y ella lo recordaba bien. no se puede estar con dos hombres a la vez, se decía luna, que tenía 17, había dejado de ser virgen y pretendía mejor y más sexo.
le gustaba un chico mayor, un egresado ya, el hermano de su amiga laura. tres condiciones que lo volvían algo complicado, un chico más grande no se fija en una nena, pensaba ella: porque yo soy una nena, se convencía en contradicción de lo que siempre le reclamaba a sus padres. eso era lo que la atraía, además de la experiencia, claro. eso y que ese morocho peludo con pinta de sucio tocara el bajo, escribiera canciones y tuviera en la puerta de su habitación un póster de hendrix; porque ella ahora conocía al tal hendrix, vio el póster, buscó en internet y se interiorizó en el tema para luego comentar que se ponía pepas en la vincha para drogarse.
conocía su habitación. luna había entrado dos veces, ambas para alguna insignificancia digna de amiga de su hermana, y le había bastado para saber que martín debía ponerle talco a sus zapatillas para disminuir ese nauseabundo olor a pata que hasta da vómitos a las cucarachas.
todavía no decidió nada. está de novia con su primer amor, diego, el que la estrenó en la cama: luna anotó fecha en diario íntimo, se lo contó a su mamá emocionada y le dijo que se quedara tranquila, que él le había prometido que sería su novio.
soy infiel, pensó insegura. no le gustó que sea tan evidente para ella misma, pero ya se lo había escuchado decir a su madre: se es infiel hasta con el pensamiento, y ella lo recordaba bien. no se puede estar con dos hombres a la vez, se decía luna, que tenía 17, había dejado de ser virgen y pretendía mejor y más sexo.
le gustaba un chico mayor, un egresado ya, el hermano de su amiga laura. tres condiciones que lo volvían algo complicado, un chico más grande no se fija en una nena, pensaba ella: porque yo soy una nena, se convencía en contradicción de lo que siempre le reclamaba a sus padres. eso era lo que la atraía, además de la experiencia, claro. eso y que ese morocho peludo con pinta de sucio tocara el bajo, escribiera canciones y tuviera en la puerta de su habitación un póster de hendrix; porque ella ahora conocía al tal hendrix, vio el póster, buscó en internet y se interiorizó en el tema para luego comentar que se ponía pepas en la vincha para drogarse.
conocía su habitación. luna había entrado dos veces, ambas para alguna insignificancia digna de amiga de su hermana, y le había bastado para saber que martín debía ponerle talco a sus zapatillas para disminuir ese nauseabundo olor a pata que hasta da vómitos a las cucarachas.
todavía no decidió nada. está de novia con su primer amor, diego, el que la estrenó en la cama: luna anotó fecha en diario íntimo, se lo contó a su mamá emocionada y le dijo que se quedara tranquila, que él le había prometido que sería su novio.
mente sana en cuerpo sano, decía su abuela y ella, por ahora, se conforma con mirar. mirar y grabarlo todo para recordarlo las noches en que practica con su novio y él le insiste con eso de prender la luz.
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hoy, capítulo cincuenta y seis de chico de country.
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se largaron otra vez los international weblog awards y yo ya voté porque hay que ingresar muy poca data. para los que quieran votar a voyeur o a chico de country pueden hacerlo acá.
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voyeur
Etiquetas: mis textos