¿Querías balanza? Bueno, esta es otra
Lo malo
-Encontrar varias de razones por las que cenar con mi viejo es insorportable y, saber también, que jamás voy a dejar de hacerlo se volvió una búsqueda estúpida e insolente ya que sé también que voy a seguir con esto hasta que nos agarremos a piñas y después nos volvamos a arreglar en el comienzo de una especie de ciclo incansable.
-Intentar conectarse a internet desde casa de apá y que el teléfono se cague en mis costumbres fue mi primer síntoma de disgusto.
-Que en el trayecto que le toma al ascensor (que también es descensor y nadie lo llama así) bajar tres pisos, el cielo disponga una tormenta impresionante y repentina me hace pensar que yo realmente estoy meado por un animal de tamaño extravagante todavía no descubierto por la ciencia mundial.
-Conseguir caminar las tres cuadras bajo el cielo que se cae como si estuvieran descuartizando un océano sobre mi cabeza y encontrar dos locutorios cerrados ¡en las vacaciones de invierno! transforma la vida en un infierno.
-Ir por el tercer local, encontrarlo, darme cuenta que es un antro total, darle poca importancia al detalle de las camperas con tachas en la mayoría de los que están dentro, encontrar graciosos los orígenes orientales del dueño se parece al señor Miyagui y sentarme en una máquina al lado del baño comienzan a calmarme, pero no es suficiente.
-Sentarme al lado del baño fue bastante ingrato, pero encontrarme con dos tipos a dos computadoras que relatan todo lo que hacen en un chat ("uh, esta es uruguaya", "Ojo, eh", "Estoy bardeando al mexicano, fijate") es realmente demasiado para una sola noche.
Lo bueno
-Darle la razón al lugar común "hablando se entiende la gente", sin reparar en lo que eso implica para alguien como yo, hizo que esta tarde valga la pena.
-Encontrar otra excusa (como alguien calificó) para ver esa película volvió gracioso y genial un segundo de este día como si viera ahora mismo un chino (otro más) que se pusiera un gorrito mexicano que le quede muy grande. (Que los chinos me parezcan siempre muy graciosos se debe a la cultura yanqui que emanan las películas de este país. Estoy en contra de mí mismo, pero debo ser sincero. Me figuré un chino y me reí).
-Cerrar la noche, si me dejan salir de acá con vida, tomando unas birras con una de las personas con las que más me entiendo en esta vida. Peludo, socialista, vago, inteligente... Un tipo como yo... ¡borracho!