luego de dibujar la psicóloga me dijo que escriba unas líneas sobre el dibujo y, de puño y letra, redacté lo siguiente:
nunca lo había dudado. no.
ni siquiera dudó cuando las gotitas (tachadura) derraparon por el vidrio de su ventana y le develaron que llovía; a su edad, ya no estaba para andar haciéndose el adolescente mojándose debajo de la lluvia. de todas formas, iría. podríamos decir que marcial campos es un tipo que tiene un gran sentido de la responsabilidad, que la gente confía en él, que es un tipo derecho, de esos que no resignan su palabra y hasta podríamos decir que no le teme a la lluvia; que le importa un bledo mojarse (tachadura extensa, como de cinco palabras) un poco los pies y ensuciarse las botamangas. podríamos decir todo eso y más, pero no lo haremos porque, en realidad, marcial campos se había escapado de su trabajo, con lluvia y todo, para ir al parque a encontrarse con laura.
luego la psicóloga me preguntó si lo tenía pensado o si lo improvisé ahí nomás. le respondí que lo único que tenía pensado era el nombre del tipo porque era el protagonista de mi novela, pero que lo demás había sido inventado. me miró en silencio y agregué: bueno, también conozco a laura y le juro que vale la pena ir por ella bajo una lluvia como esa. la psicóloga sonrió y me preguntó qué hacía yo entrando a trabajar a un lugar así. yo tuve miedo, pero ya había firmado contrato.
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