esperaba. rigoberto no desesperaba. esperaba tranquiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiilo, así como espera quien sabe segurísimo que algo va a suceder, que algo va a movilizarlo.
tenía esa virtud de ni siquiera rascarse las pulgas del lomo o lamerse el gusto a agua de zanja de las patas. rigoberto permanecía así. disimulaba estar alerta. era un experto en eso de imitar a los perros haraganes del pueblo.
comenzó a escuchar un sonido, como un ronroneo metálico a lo lejos. podría haber parado sus orejas, demostrarse guardián sin la necesidad del chúmbale, pero no. un experto, ya lo dije.
el ronroneo se hacía cada vez más fuerte y un mínimo temblor en el suelo le hizo cosquillas en la barriguita. no crean que no lo percibió, no. lo sabía todo.
ronroneo metálico a volumen extremo y vibración intensa del suelo. y rigoberto ahí. duro. recostado, recibiendo las vibraciones con el hocico también descansando en el suelo. y entonces la camioneta pasó frente a su rostro y detrás los perros del pueblo a pleno galope.
la tierra quedó suspendida en el aire y rigoberto no había modificado su posición. perrito haragán, seguramente le diría la carlota, su dueña. él en realidad buscaba acontecimientos más originales que el simple pasar de una camioneta frutera.
-rigooooooooooooo -se escuchó el grito de carlota.
y mi héroe canino ni se inmutó.
tenía esa virtud de ni siquiera rascarse las pulgas del lomo o lamerse el gusto a agua de zanja de las patas. rigoberto permanecía así. disimulaba estar alerta. era un experto en eso de imitar a los perros haraganes del pueblo.
comenzó a escuchar un sonido, como un ronroneo metálico a lo lejos. podría haber parado sus orejas, demostrarse guardián sin la necesidad del chúmbale, pero no. un experto, ya lo dije.
el ronroneo se hacía cada vez más fuerte y un mínimo temblor en el suelo le hizo cosquillas en la barriguita. no crean que no lo percibió, no. lo sabía todo.
ronroneo metálico a volumen extremo y vibración intensa del suelo. y rigoberto ahí. duro. recostado, recibiendo las vibraciones con el hocico también descansando en el suelo. y entonces la camioneta pasó frente a su rostro y detrás los perros del pueblo a pleno galope.
la tierra quedó suspendida en el aire y rigoberto no había modificado su posición. perrito haragán, seguramente le diría la carlota, su dueña. él en realidad buscaba acontecimientos más originales que el simple pasar de una camioneta frutera.
-rigooooooooooooo -se escuchó el grito de carlota.
y mi héroe canino ni se inmutó.
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