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se lo gritó. con la espalda transpirada y el pie apoyado en el camión, así, casi yéndose, el mono le pegó el alardido: ¡cómo te doy, pendeja!, le dijo sonriéndose y peinándose el flequillo pardo y húmedo. hubo carcajadas de los muchachos, alguno agregó comentario, y la frase de efecto había cumplido. plin caja.
en realidad, el mensaje entre líneas era: hoy estás tan hermosa... pero esta es mi forma de decírtelo. graciosa, burda y los muchachos la disfrutan, qué se yo. si estuviera solo, te juro que sólo sería un avergonzado. qué linda estás hoy. perdón.
todo eso hubiera querido decir, pero no sabe cómo. nadie le enseñó.

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  • un tipo que escribe lo que su miopí­a galopante le permite ver.
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