volvió. como toda idea obsesiva, volvió.
se me había ocurrido leyendo utopía, de tomás moro, pero jamás lo anoté. me interesó crear un lugar donde las reglas sean como yo digo. y dentro de ese lugar, por las presiones que yo tenía en aquel momento, lo primero que se me pasó por la cabeza fue pensar un trabajo en el que no se trabajaran tantos días y tantas horas.
imaginé un empleo en el que se trabajara apenas cuatro días a la semana. baja la producción, me dirían los tipos de traje. no, señores, respondería yo. dije que los empleados trabajarían cuatro días, pero cuatro días con tres francos ro-ta-ti-vos. algunos tendrán franco lunes, martes y miércoles; otros jueves, viernes y sábados; otros domingos, lunes y martes y así.
esta ocurrencia -delirante, dirán (y tendrán razón)- no sólo aumentaría la producción porque un trabajador descansado trabaja siempre más a gusto y mejor, sino que cada empresa debería contratar más gente para cubrir tantos días laborales, ya que la empresa trabajaría todos los días de la semana.
por último, nadie trabajaría más de ocho horas, obvio, y todos tendrían una hora de almuerzo. estarían prohibidas las horas extras y no habría problemas en que cualquiera de los trabajadores consiga otro empleo en el que utilizara el tiempo de los tres días que tiene como franco.
con ese modo laboral, no sería el empleo el que esclaviza al empleado, sino el empleado el que toma las decisiones sobre la relación de su tiempo libre con su bolsillo.
se me había ocurrido leyendo utopía, de tomás moro, pero jamás lo anoté. me interesó crear un lugar donde las reglas sean como yo digo. y dentro de ese lugar, por las presiones que yo tenía en aquel momento, lo primero que se me pasó por la cabeza fue pensar un trabajo en el que no se trabajaran tantos días y tantas horas.
imaginé un empleo en el que se trabajara apenas cuatro días a la semana. baja la producción, me dirían los tipos de traje. no, señores, respondería yo. dije que los empleados trabajarían cuatro días, pero cuatro días con tres francos ro-ta-ti-vos. algunos tendrán franco lunes, martes y miércoles; otros jueves, viernes y sábados; otros domingos, lunes y martes y así.
esta ocurrencia -delirante, dirán (y tendrán razón)- no sólo aumentaría la producción porque un trabajador descansado trabaja siempre más a gusto y mejor, sino que cada empresa debería contratar más gente para cubrir tantos días laborales, ya que la empresa trabajaría todos los días de la semana.
por último, nadie trabajaría más de ocho horas, obvio, y todos tendrían una hora de almuerzo. estarían prohibidas las horas extras y no habría problemas en que cualquiera de los trabajadores consiga otro empleo en el que utilizara el tiempo de los tres días que tiene como franco.
con ese modo laboral, no sería el empleo el que esclaviza al empleado, sino el empleado el que toma las decisiones sobre la relación de su tiempo libre con su bolsillo.
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no viene al caso, o tal vez sí, pero estoy contento por el triunfo de evo morales. sólo, y todo, eso.
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voyeur