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En una época yo iba por esos bares en los que después se baila buscando a la chica que fuera justa para mí. Afrontaba las damas erguido, con aires de no me importa nada, las invitaba una copa y luego del comienzo convencional de la charla, intentaba fijarle la vista en sus ojos y cuando ella se sorprendiera por eso llegaba la hora de la verdad.
-Me miras... de cerca, me miras...
Y la dejaba picando como a la expectativa de que llegara la respuesta disyuntor de mis ilusiones. Esa que deparara el comienzo de mi clásica idealización.
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