ahí. ahí estaba. yo acá. ella ahí.
recital al aire libre, rock, aura (mis amigos de aura, ya van a saber de ellos, los tipos hacen arte con la música) y ella ahí. cebando mate de aquí y de allá. mucha gente como para vernos así como así, pero yo la vi. como siempre, yo la vi. ella no me vio. siempre tuvo cosas más importantes que ver.
¿voy o no voy? sí, voy, pero... ¿cómo voy? mejor dicho: ¿por qué voy? un mate, sí. un mate no se le niega a nadie. no, no me lo va a negar. ¿cómo se lo pido? ah, sí, ya se, de una forma extraña, yo soy un tipo extraño, va a salirme, nada de ¿me das un mate? no.
¡ya se! así se lo voy a pedir: ¿cómo puede ser que uno con este calor siga teniendo la tentación de tomar un mate? es insólito ¿no?. sí, eso iba a decirle. largo, es cierto, pero bueno, tampoco podía pensar toda la tarde. fui.
-buenas ¿cómo puede ser que uno con este calor siga teniendo la tentación de tomar un mate? es insólito ¿no?-¿qué?
pareció no escucharme, había mucho sonido para comentarios así. mucho, mucho, sonido, pero sólo para ella. yo a ella la escuchaba.
-te preguntaba si no me das un mate.
-ah... sí.
acomodó la bombilla para hacer el huequito en la yerba húmeda, agarró el termo, lo inclinó y cayeron a penas unas cinco gotas. no hay más agua, me dijo y yo le dije que no importaba, que gracias.
mientras volvía hacia allá, a mi lugar en el pasto, me reclamaba no haberme quedado sentado cerca de ella: ¡qué infeliz!, me insultaba en silencio.
...
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